El arpitano es un idioma con marcado tinte galés que se habla en un territorio llamado Arpitania, el cual abarca partes regionales de Francia, Italia y Suiza. En este último país hay una ciudad que en arpitano es Genèva. Se pronuncia como Yéneva para el oído de quienes hablamos chapetoñol..., disculpa, quise decir castellano puro y llano. Esta urbe es Genève en francés; el sonido para nosotros es como si escribiera Yenef. En alemán es Genf; se pronuncia como Guenf a nuestros castizos pabellones auriculares. Para nosotros, los de la lengua de Cervantes, esta urbe se llama Ginebra, toponímico que de seguro proviene del italiano, en el que se denomina Ginevra.
Ginebra, gran comuna de la Confederación Suiza, es un centro mundial de la diplomacia debido a la presencia de organizaciones internacionales, en especial de organismos de las Naciones Unidas. Uno de ellos es el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (GIECC, por su sigla en español). Este equipo de investigadores es el encargado del estudio del daño climático. Creo que el concepto de daño climático es más exacto y gráfico para definir, con mayor crudeza, el gravísimo problema global ocasionado por el aumento de la contaminación en nuestra biosfera, debido a la emisión indiscriminada de dióxido de carbono o CO2.
El último informe del GIECC, publicado el pasado 9 de agosto, trae malas noticias sobre el deterioro ambiental: “Muchos de los cambios observados en el clima no tienen precedentes en miles, sino en cientos de miles de años, y algunos de los cambios que ya se están produciendo, como el aumento continuo del nivel del mar, no se podrán revertir hasta dentro de varios siglos o milenios”.
Solo una reducción sustancial y sostenida en las emisiones de CO2 y de otros gases de efecto invernadero permitiría limitar el daño climático. Aunque las mejoras en la calidad del aire serían rápidas, podrían pasar entre 20 y 30 años hasta que las temperaturas mundiales se puedan estabilizar, según el informe del GIECC, 'Cambio Climático 2021: Bases Físicas', aprobado por los 195 gobiernos miembros del GIECC.
Los efectos de este daño climático serían los siguientes:
–Mayor intensidad de las precipitaciones y las inundaciones asociadas, así como sequías más intensas en diversas regiones.
–Aumento de las lluvias en las latitudes altas, mientras que se prevé que disminuyan en parte de las regiones subtropicales.
–Elevación del nivel del mar a lo largo del siglo XXI en zonas costeras, lo que contribuirá a la erosión de litorales y a que las inundaciones sean más frecuentes y graves en sus áreas bajas.
–Amplificación del deshielo del permafrost, así como la pérdida de la capa de nieve estacional, una mayor pérdida del hielo marino del Ártico en verano, y el derretimiento de glaciares.
–Calentamiento y la acidificación de los océanos, lo mismo que aumento de la frecuencia de las olas de calor marinas y reducción de los niveles de oxígeno. Esto afectará tanto a los ecosistemas de los océanos como a las personas que dependen de ellos.
–Mayores temperaturas en zonas urbanas de clima cálido y otras templadas subtropicales, en especial en áreas costeras.
Hay que colaborar en esto de la lucha contra el daño climático. ¿Y cómo? Aquí te tiro un cartapacio de consejos.
Racionalizando el uso de vehículos privados –claro, si lo tienes–; en lo posible, utiliza la bicicleta o el trasporte público. Evitando dejar el televisor, el PC o cualquier electro en stand-by. Cocinando con ollas a presión. Comprando productos agrícolas de temporada y de origen nacional, eludiendo las importaciones que implican emisiones extras de CO2 por el trasporte. Desconectando el cargador de tu celular si no lo estás usando. Comprando electros con mayor ahorro de energía y dándoles un buen mantenimiento. Lavando ropa con la lavadora llena o casi llena, sin temperatura alta, puesto que los detergentes son eficaces incluso cuando esta es baja. Iluminando tu vivienda con bombillas ahorradoras de energía.
Asimismo, llevando tus compras en bolsas reciclables. Reduciendo, reutilizando y reciclando lo que puedas. Separando la basura reciclable. Promoviendo el sembrado de árboles en parques, bulevares, terrazas, patios, etcétera, con una debida orientación botánica. Adquiriendo muebles de madera que tengan sello o certificación que asegure su origen sostenible. Bajando el consumo de carne de res. Cerrando el grifo cuando te lavas los dientes. Asegurándote que no haya goteras o fugas de agua potable en tu vivienda. Apoyando la generación de energías como la hidráulica o la solar.
Ya para terminar, una cuña democrática: tú puedes colaborar en la lucha contra el daño climático votando, en las próximas elecciones, por candidatos que realmente estén comprometidos con la causa del mejoramiento ambiental. ¡Ojo con el medioambiente en el resto del presente año, en 2022 y en lo que sigue de nuestra incierta historia biosférica!