En el Chocó los niveles de atraso, marginalidad y pobreza nos están llevando a unos grados de locura colectiva que las elecciones de los representantes al Consejo Superior de la Universidad del Chocó se han convertido en batallas campales de politiquería de los más bajos niveles, y con estrategias profundamente cuestionables y vergonzosas desde el punto de vista ético en un claustro académico.
Unas elecciones en las que lo que menos trascendencia tienen son los aspectos académicos, la calidad de la educación y el buen gobierno universitario.
No se presentan debates sobre la calidad de la educación y el quehacer universitario, sino campañas de descalificaciones panfletarias personales propios de las letrinas de la corrupción y la politiquería parroquial.
Es una lucha por tener dominio en el gobierno universitario, donde lo más importante es tener una ficha para acceder al reparto del presupuesto y la burocracia universitaria. Por consiguiente, lo que menos trascendencia tiene es la calidad de la educación.
Unas elecciones que en otras universidades públicas no tienen ese despliegue de folclorismo político, como si fueran elecciones a la Asamblea del departamento o al Concejo municipal, de la capital del departamento.
Conclusión: en el Chocó estamos bastante jodidos con tanta francachela universitaria, y después salimos a quejarnos de la discriminación del centralismo.