Descartada por ahora la compra de la flotilla de aviones de combate que remplazarán a los vetustos aviones K-FIR, Colombia no va a reducir sus gastos en defensa. No en vano el Ministerio de ese sector encabeza la lista de las entidades que mayores recursos recibe del Presupuesto General de la Nación, con una asignación superior a los $42billones.
Si bien el 48 % de esos recursos están destinados a gastos de funcionamiento, el sector defensa cuenta con recursos para la inversión y el gasto que, de acuerdo con previsiones de los expertos, mantendrán al país en el segundo lugar en la compra de equipos militares en América Latina, superado solo por Brasil.
Más allá de la reserva que por ley tiene el gasto militar, los especialistas han encontrado evidencia de las compras que están en ciernes. Uno de ellos, César Fernando Cepeda Bernal analizó documentos de Colombia Compra Eficiente y los contrastó con sus propias fuentes hasta confirmar que el Ejército Nacional dispondrá de más de $ 305.000 millones para la compra de obuses autopropulsados. Se trata de modernas piezas de artillería que tienen capacidad de desplazamiento rostro sin necesidad de arrastradas por vehículos pesados.
El plan inicial consiste en emplazar esas piezas en baterías que serían dispuestas en la zona norte del país, cerca de la frontera con Venezuela. La compra se hará efectiva pese a que las hipótesis sobre potenciales conflictos con ese país han perdido fuerza desde la llegada de Gustavo Petro al poder y el restablecimiento de relaciones diplomáticas con el gobierno de Nicolás Maduro.
La inversión en artillería irá a la frontera con Venezuela a pesar del restablecimiento de las relaciones bilaterales
Los más recientes anuncios públicos sobre dotación de artillería especializada se produjeron a finales de 2021, cuando la Embajada de Estados Unidos le entregó al Ministerio de Defensa 20 tanques tipo ASV M1117, con destino a la protección de áreas fronterizas.
Según otro experto, Erich Saumet Cadavid, el país ya contrató sistemas de guerra electrónica por USD 92 millones (cerca de $45.000 millones). Los sistemas hacen parte de un engranaje con el propósito de hacer espionaje al servicio de inteligencia, es decir, para recaudar información sobre movimientos de enemigos potenciales.
Adicionalmente, existen avances en el campo de la industria militar nacional, que ya está en capacidad de ensamblar algunos aviones de reconocimiento y equipos para la instrucción de pilotos, como uno que ya existe en Villavicencio, cerca a la base aérea de Apiay.
Buena parte de las fibras del músculo financiero del sector defensa lo aportan los buenos rendimientos de las empresas que dependen de él. El Grupo Empresarial y Social de la Defensa (GSED) están conformado por cerca de veinte empresas con ingresos cercanos a los $20 billones y con utilidades que bordean el billón de pesos.
Su presupuesto, sumadas todas las partidas que lo integran, es ya del orden de los $31 billones.
Si bien fue descartada por ahora la compra de aviones de combate a un productor francés, los mismos especialistas advierten que la necesidad de la adquisición no ha desaparecido. Por eso ha vuelto a tomar fuerza la oferta de Estados Unidos, que desde 2020 le ha enseñado al país sus modelos F-16 que llegarían a suplir el vacío que dejarán los KFIR después de más de tres décadas de servicio.
La actualización de sus recursos de defensa y seguridad es entendido en todo el mundo, independientemente de las inclinaciones de los gobiernos, como una política de Estado.
Por eso la frase del pensador Publio Flavio Vegecio, de hace ya dieciséis siglos, sigue cobrando vigencia: “Si quieres la paz, prepárate para la guerra”.
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