El conflicto armado en Colombia siempre estuvo exacerbado en las zonas rurales. Fue ahí donde los grupos armados legales e ilegales encontraban los espacios propicios para ejercer su violencia y establecer su economía de guerra. Hecho que estaba supeditado a la ausencia institucional y estatal, generando vacíos de poder que eran usurpados por dichos actores.
Sin embargo, la relación entre el conflicto armado colombiano, su salida y la puesta en marcha del acuerdo de paz no puede ser entendida desde una visión reduccionista de centrarse en solo: "Lo rural", sino que, además, el contexto del posacuerdo debe venir acompañado de soluciones asertivas para construir mejores ciudades: "Lo urbano", donde de alguna forma se establecieron sobrevivientes desplazados por el conflicto, dando como resultado que alrededor de 4,3 millones de desplazados se repartieran en 29 ciudades de Colombia, según el alto comisionado para las Naciones Unidas para los refugiados.
En Colombia es muy difícil encontrar otra ciudad que presente las dinámicas y los contrastes de desigualdad que hay en Cartagena. Asimismo, hay relación existente entre la privación de capacidades básicas del ciudadano de una zona de Cartagena con el fenómeno de pobreza en la ciudad y difícil salida de este círculo. Sumado a este claro contexto, hay una relación entre víctimas del conflicto armado y los asentamientos informales en la ciudad, que eran aquellas zonas donde comenzaron a establecerse los desplazados cuando llegaban a las grandes ciudades.
En primer lugar, la situación con la que se encuentran las víctimas que vienen desplazadas por el conflicto armado es un entorno de pobreza extrema exacerbada y la segregación espacial hacia la periferia, generando cordones de miseria, donde sus necesidades son cada vez mayores en comparación con su forma de vida en sus antiguos territorios. Los asentamientos informales de la periferia de las ciudades pueden condensar la problemática del conflicto armado y cómo estas víctimas se han amoldado a un nuevo entorno para tratar de establecer un modelo de desarrollo.
Todo esto se da a la par de la construcción de una ciudad con grandes ingresos económicos, dados en las variables del turismo, del sector industrial y su capacidad como puerto nacional, creando grandes cantidades de movimiento de capital, pero que aún no se puede ver representado en la mejora de la calidad de vida del ciudadano de a pie.
En segundo lugar, al gran déficit que tiene la ciudad en términos de educación pública y de calidad, la prestación irregular de los servicios públicos, el acceso a la salud, como también el uso del suelo y tener la oportunidad de tener una vivienda en lugares sin riesgos se le suma al hecho de no tener ingresos económicos altos y habitar en las periferias de las ciudades.
Ahora bien, la situación antes mostrada se exacerba para aquellos desplazados por el conflicto armado, sobre todo de las zonas de Montes de María y del sur del departamento de Bolívar que se establecieron en esas periferias, e intentan hacer propio un modo de vida totalmente distinto y con un sinfín de privación de capacidades. Por lo anterior se puede afirmar que las víctimas del conflicto armado, cuando llegan a las ciudades y se establecen en los cordones de miseria, están en un proceso de revictimización y se ven atrapadas en círculos viciosos de pobreza, en comparación a la vida que llevaban en sus antiguos territorios. Esto es claro cuando se ven en esos asentamientos informales la falta de servicios básicos o que son irregulares, el escaso acceso a la educación y la falta de oportunidades de una infraestructura digna para una vivienda.
Es por esto que, cuando se toman todos estos factores y se conjugan con la realidad o el contexto de dicha zona, podemos observar que condicionarán de sobremanera a los habitantes de dicha área. Una manera de explicar el continuo atraso que presentan las zonas periféricas se debe a que los habitantes no tienen la oportunidad de poder ser y actuar con libertad de la manera en que ellos quieren o desean, y visto de otra manera, les deja en un posicionamiento inequitativo de amplia desigualdad con ciudadanos que sí pueden desarrollarse plenamente y no tener círculos viciosos de pobreza positivos, como lo ha planteado Amartya Sen en sus investigaciones, alimentando el caldo de cultivo para producir una ciudad con las brechas más altas de desigualdad y pobreza en el país.
Lo anterior nos muestra que puede existir una correlación entre la población desplazada y los bajos niveles de calidad de vida, con las medidas insuficientes para mitigar la vulneración de derechos de la población víctima del conflicto, en una ciudad donde hay una gran cantidad de población desplazada (75.000 personas desplazadas, es decir, del 8 % de la población de la ciudad Cartagena, según el informe “La población víctima del conflicto armado en Cartagena, invisibles en la agenda pública del distrito”, de Cedetrabajo).
Como resultado, la superación de la pobreza y la revictimización de estos en el marco de la nueva vida que llevan en las ciudades parece ser un reto importante a la hora de los planes de construcción de paz que se dan en el territorio.
De esta manera podemos esclarecer que las dificultades para ingresar a una buena educación, el acceso correcto de los servicios públicos y de vivienda o los continuos casos de violencia generan y producen pobreza y desigualdad, no solo analizándolo desde el punto de vista de los ingresos, sino que se toca hechos sociales puntuales que esbozan las grandes dificultades que puede tener un ciudadano de esta zona para poder realizarse como persona íntegra y salir de la situación de vulnerabilidad, y más si se trata de población desplazada, que al final presentan casos de revictimización al no poder acceder a unos buenos índices de calidad de vida, como pregona la Ley 1448 de 2011, y que tanto se habló en los acuerdos de La Habana en el apartado de víctimas. Esto nos muestra un panorama en donde si no se intervienen los asentamientos informales, las víctimas que se encuentran en las ciudades seguirán teniendo condiciones iguales o peores a las que dio origen el conflicto.
Es adecuado puntualizar que si el Estado interviene eficazmente los lugares donde se están asentando los desplazados de la violencia, pueden destrabar los problemas que presentan las grandes urbes y potencializar a personas vulnerables. La educación apoya a generar niveles de competitividad y un correcto desarrollo de capacidades que ayudan a mejorar las condiciones sociales de las comunidades marginadas, logrando nuevos estadios de la superación de la pobreza y construyendo una nueva generación con nuevos niveles económicos y humanos, que impidan el resurgimiento de los asentamientos informales.