En el marco histórico y político que vive el país, alcanzada la firma de los acuerdos de la Habana entre el gobierno colombiano y la guerrilla de las FARC-EP, solo resta la culminación efectiva de esfuerzos con el ELN.
Para afirmar la superación del conflicto armado más longevo del continente, el conflicto político, social y económico de carácter histórico seguirá vigente en Colombia. Sin embargo, el debate político tendrá un viraje sin el uso de las armas, generando opciones a dos posibles escenarios que vienen a ser producto de la transición, originándose entonces un péndulo entre una profundización democrática y un regresionismo autoritario.
Así es evidente que una profundización democrática surge de la posibilidad existente de la implementación de los Acuerdos de Paz de La Habana, así como el aporte que estos dejaron frente a la consolidación de mayores garantías, así como espacios para la participación política de la mayoría de colombianos.
En Colombia, producto del autoritarismo de estado y de la violencia política perpetrada por agentes paraestatales, el ejercicio político y democrático se vio fuertemente afectado, puesto que estos actores violentos y concentradores de poder, excluyeron a un gran porcentaje de la población colombiana.
Basados en lo anterior, es necesario abrir opciones de participación política a poblaciones históricamente excluidas, además de poner en el debate público temas que anteriormente quedaban subsumidos por la preponderancia del conflicto.
En ese orden de ideas, las posibilidades que surjan nuevos liderazgos y nuevos temas de discusión nacional, tales como la corrupción, así como formas de gobierno y participación, prevé la necesidad de un fortalecimiento social que permita aprovechar esos intersticios políticos en los lugares tradicionales del poder, para ir logrando un empoderamiento de las organizaciones ciudadanas, movimientos sociales, grupos étnicos, campesinos, juventudes y en general diversos grupos que lleven a la construcción de nuevas hegemonías políticas y culturales, para así permitir la transición a una sociedad más equitativa y menos injusta. No en vano Colombia está entre los países más desiguales del planeta
Es por ello que celebro, que surja de la articulación de los movimientos sociales y sus expresiones movilizadoras en una lista al senado, #LaListaSoñada, que lleve al Congreso a todos aquellos que han logrado exponer unos intereses diferentes a los de las élites que siempre han gobernado el país.
Esta iniciativa permitirá ampliar la frontera democrática y que los ciudadanos puedan llevar, a los espacios en los que se definen las políticas del país, sus necesidades, sueños y propuestas. Es sin lugar a dudas sano para la nación, así como un verdadera apuesta porque las comunidades no sigan siendo ‘convidadas de piedra’ en la toma de las decisiones que las afectan.