Sandra*, en pleno 2021, busca a cuatro de sus familiares que fueron desaparecidos en el conflicto armado. Uno de ellos es Kendry, su primo, un lanchero que transitaba continuamente entre Buenaventura y Mayorquita. Un día del año 2004, cuando tenía 18 años, salió a recorrer esa ruta y no volvió. Así ha sido la ‘suerte’ de muchos en Buenaventura.
Según relatos de algunos pobladores, se presume que el cuerpo de Kendry pudo ser dispuesto y desparecido en el Estero San Antonio, como otros miles de cuerpos que, desde el 2004 hasta el 2015, fueron sometidos en estos lugares para la tortura: casas abandonadas cerca al mar o los esteros que se encuentran ubicados dentro de los barrios más vulnerables de la ciudad donde los delincuentes desmembraban a sus víctimas.
Como si fuera poco, en el 2007 le asesinaron a su hijo, enfrente de ella, en el andén de su propia casa: “me dejaron viva porque mi Dios es muy grande- dice mientras cuenta el origen de su grupo de líderes- nos metimos al territorio, a caminar, a escuchar las voces de las propias víctimas. Está mi hombro para que lloren en él”
Sobre el origen de las llamadas ‘Casas de Pique’ se ha dicho mucho. Desde el 2004, cuando la violencia se tomó al puerto, llegó una historia que ganó popularidad: las personas contaban que cuando los paramilitares empezaron a matar a los negros para desplazarlos del territorio, los muertos eran abandonados a la orilla de las carreteras o en matorrales y cuando los familiares recuperaban el cadáver, con magia negra ‘preparaban el cuerpo’ para que el o los asesinos murieran a los pocos días. Aseguran que fue una práctica que surgió efecto y varios criminales cayeron muertos. El miedo de ellos a la muerte produjo que planearan la forma de que los familiares no pudieran recuperar los cuerpos y no pudieran prepararlos. La gente cuenta que ese fue el origen de los desmembramientos en esta ciudad
Esa historia llena de misticismo y esa especie de ‘justicia’, haría menos dura la idea de una práctica tan cruel como lo fueron ‘las casas de Pique’, pero en Buenaventura la realidad superó la ficción. Sandra cuenta que el origen está lejos de ser esta historia. Para ella y muchos líderes sociales, eso lo trajeron “de otro lado”.
Hay historiadores que afirman incluso que la práctica se remonta a la época de la violencia conservadora y liberal en Colombia, en donde eran famosas las crueles formas de homicidio como el corte franela, de florero, de corbata, y otras formas de destripamiento en los que eran utilizados machetes y cuchillos para destajar ganado.
Entre 2005 y 2013, después de la desmovilización del Bloque Calima en diciembre de 2004, la disputa entre los grupos armados ilegales aumentó en Buenaventura hasta llegar a grados de sevicia y violencia inimaginables. En este periodo aparecieron las primeras ‘casas de pique’.
Cual sea que fuera el origen, en Buenaventura hay muchos sinsabores respecto a los grupos al margen de la ley. Los barrios más afectados por la violencia, son barrios que están cerca al estero, el corredor por donde pasa el narcotráfico, al lado del muelle internacional de la sociedad portuaria: esos son focos de violencia por estar cerca al mar o al río, como si el agua fuera su maldición.
“Todos los días de enero, en el 2013, bajaban por el río los cadáveres de jóvenes degollados -cuentan las víctimas al CNMH- algunos con la cara totalmente cortadas, otros metidos en costales, unas bolsas grandes, unas bolsas grandes que uno cogía ya sabían que eran muertos, así que iban y los enterraban de una vez”. La práctica del desmembramiento se convirtió en la forma de tortura predilecta para el control del territorio por parte de los grupos armados ilegales, sobre todo, por la efectividad de la estrategia.
Mantener aterrorizados a los habitantes, mientras escuchaban como desmembraban a un joven en alguno de los esteros, promovía la idea de que no existían límites para los delincuentes, dejando a los bonaverenses desprotegidos y vulnerables. Sandra ha sido testigo de esto durante los 30 años que lleva como lideresa social en el puerto, y a la fecha, no ha dejado de defender a esos desaparecidos.
Como San Antonio, los barrios identificados en el puerto donde existían las ‘Casas de Pique’ eran Viento Libre – Piedras Cantan, La Inmaculada, Muro Yustí, Alfonso López, Pampalinda, San Francisco, comunas 12 y 51. La estrategia era arrojar los restos después al mar, a los esteros o a los cementerios clandestinos.
Sandra relata que hubo muchas casas de pique, pero lo que más le preocupa es que en pleno 2021 todavía siguen existiendo. Asegura que los jóvenes se están matando entre ellos mismos en bandos diferentes, disputándose territorios históricamente azotados.
Recientemente, la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas, estuvo en Buenaventura firmando el Pacto por la Búsqueda – Buenaventura Territorio de Paz”, convocado por el Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición. Allí estuvo Sandra, con su fundación, abogando por esas madres que aún no encuentran respuestas.
A través de las casas de pique los grupos armados han propagado el terror y la tortura psicológica en Buenaventura, obligando a la gente, incluyendo a niños y niñas, a presenciar públicamente cada acto que compone la escena macabra de “picar gente”. Así reafirman una de las estrategias más sádicas que ha enfrentado el país, y que como dice Sandra, en una región tan olvidada como Buenaventura, todavía sigue sucediendo.
“Somos líderes con las manos atadas, tenemos que cuidarnos. Yo le contaba a la doctora Luz Marina (directora de UBPD) que cuando las instituciones vienen uno camina con ellas, pero luego cuando se van, los que quedamos en peligro somos los líderes. Uno convive con los actores armados en el territorio” explica Sandra. La pregunta que se hacen entonces, es: “¿Hasta cuándo?”.
**Se reserva el nombre original por seguridad de la fuente.
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