Y si nos damos por fin la oportunidad de soñar que podemos tener una vida digna, nuestros derechos fundamentales garantizados, el cese de la violencia, la justicia funcionando para todos imparcialmente, la salud de calidad y con acceso para todos y todas, la educación superior gratuita y universal, empleo digno.
Y si nos damos la oportunidad de enderezar el rumbo, de no resignarnos a que todo se lo lleve el diablo, a que todo esté mal hecho y que nos domine el desdén y la desesperanza.
Por qué no permitirnos aspirar a que nuestro breve paso por este mundo sea en condiciones de alegría, realización de nuestras aspiraciones y a que nadie siga pasando por encima de otro.
La libertad, como fin último de la existencia humana, no se restringe a poder comprar X o Y cosa o transitar de un lugar a otro. La libertad es poder llegar a fin de mes con tranquilidad, que cada pago no se te vaya a los 5 minutos saldando deudas y con la angustia de no poder pagar todo.
De verdad, la libertad es mucho más que una consigna, es tener la posibilidad de escoger qué hacer con nuestras vidas, no que la vida te imponga una forma de supervivencia, de sometimiento, que es en sí mismo una forma de esclavitud moderna con reflectores.
Aspirar a la libertad es una de las formas más elevadas de transformación de nuestros tiempos.