Hace algunos meses en un municipio del Magdalena Medio, que no es Barrancabermeja, se había regado como pólvora un hecho que prendería el ventilador de la parapolítica y no iba a dejar títere sin cabeza.
Guiado por el afán de la chiva me contacté con esa dirigencia política que generaba el rumor y que había causado la expectativa esperada. Cuando conocí el nombre del personaje mostré mi interés en entrevistarlo, como para soltar esa famosa bomba. Y así fue, un día menos pensado esa dirigencia política me había gestionado el permiso con el Inpec para ingresar al patio de la cárcel donde aquel se hallaba recluido
Fui y ciertamente el paramilitar, que había originado eL terror en la región en la que ejercía influencia armada, dio datos, señaló con nombres propios y salpicó hasta donde pudo. Pero Dios es grande, en ese momento en que el hombre denunciaba dentro de esa cómoda habitación, que lo único que le tiene que envidiar a una popular pieza de alquiler en Barrancabermeja es por el espacio, pero que por demás estaba bien dotada.
El hombre de marras salió a atender el llamado de otros ‘paracos’ que lo requirieron, entonces pude apreciar que abierta y sobre un butaco reposaba la sentencia condenatoria en su contra y en la que los señalamientos que hacía eran totalmente diferentes a las declaraciones que aparecían en el documento incriminatorio. Los señalamientos incriminaban sí pero era a otros no al personaje que se mencionaba en los tertuliaderos. Me di cuenta a tiempo que me estaba utilizando, ¿para qué fines?
Ya cuando regresó a su celda se descompuso ante las contra preguntas que le hice e incurrió en contradicciones. Al salir preferí entonces dejar la cosa así. Me di cuenta que esa dirigencia política lo utilizó a él y a mí para sus propios fines.
Luego fui testigo de otra situación, un capitán de la Policía en Barrancabermeja de nombre Jesús David Rodríguez, había asestado los más duros golpes contra las bandas criminales. Muchos de ellos fueron capturados y judicializados, pero de la noche a la mañana, ese oficial de la Policía fue judicializado por la Fiscalía por un atentado contra un oficial en retiro y su pequeño hijo ocurrido el 28 de enero del 2008. Después, ante poderosas evidencias, y la confesión de uno de esos criminales que finalmente halló en la cárcel los caminos del Señor, la justicia tuvo que reversar la decisión y pedirle perdón al oficial, devolverle sus honores y ordenar su reintegro al cuerpo policial. Se había descubierto que en la cárcel hubo un complot entre los sujetos condenados con la anuencia de funcionarios del extinto DAS para señalar al policial.
Y de esos hubo muchos casos, cito otro falso positivo en que se convertiría la condena contra Yidis Medina por el caso del secuestro extorsivo tras señalamientos de dos ex funcionarios de la Alcaldía de Barrancabermeja, para el año 1999, que movidos por intereses non santos testificaron en su contra, argumentos que pudieron ser refutados por el pool de abogados del ex diputado Sigilfredo López y que hicieron reversar a la justicia de la sentencia dictada.
Esto de los paramilitares tiene tanto de largo como de ancho. Muchas de las delaciones en el marco de la famosa ley de justicia y paz iba dirigida especialmente a la confesión de crímenes que buscaba la verdad para aliviarle el alma a miles de víctimas que nunca supieron qué pasó con sus seres queridos, la reparación de las mismas, y a cambio de ello la justicia le ofreció penas risibles, como la que está por cumplir el famoso Mario Mejía Jaimes, alias el panadero, uno de los asesinos confesos más temidos en Barrancabermeja, participe de las masacres del 16 de mayo de 1998 y del 28 de febrero del 99, quien fuera capturado por homicidio, condenado a 40 años de prisión pero que luego se postula a la ley de justicia y paz, desde donde apunta, dispara y señala, para ser incluido en los beneficios y cumplir así una pena inconcebible. Sus confesiones le generaron una pena de prisión intramuros al ex defensor de los derechos Humanos, David Ravelo Crespo, y llamado a juicio el ex parlamentario José Aristides Andrade quien no se ha presentado a la justicia para responder los señalamiento del ex paramilitar por el asesinato del dirigente político David Núñez Cala, pero con la diferencia que en la época de los hechos el panadero pertenecía a las Farc.
Quiero decir con esto, que eso de las delaciones ha servido como espectáculo para endiosar al criminal y castigar al inocente en muchas ocasiones a cambio de dádivas desde el exterior, de simple venganza, o simplemente por la ley de “laco” (del acomodo) para beneficiarse de penas irrisorias.
Hoy se escandaliza la ciudad porque a través de las redes sociales se habla de una posible imputación contra el alcalde de Barrancabermeja, Elkin Bueno Altahona, por nexos con los paramilitares. Me llama la atención que retoman los testimonios de Yidis Medina, que supuestamente lo involucra, cuando los involucrados por ella ya fueron condenados, como es el caso del ex parlamentario Luis Alberto Gil y el ex diputado Nelson Naranjo y cumplieron su pena. Y por periodistas que después que denunciaron se retractaron como lo dice Noticias Uno en la emisión del 11 de mayo.
Ojalá, quiera Dios, la justicia no se deje manipular, actúe en derecho y no llevada por apasionamientos de quienes la utilizan para sus propios fines. Pero también debo entender que la justicia es humana y así como acierta también se equivoca.