La ley de Leyva
Opinión

La ley de Leyva

El canciller se descachó en la licitación de los pasaportes e ignoro si sus salidas de tono se deben a que es un lambón con Petro o a que se volvió un ‘viejo Gagá’

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diciembre 18, 2023
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Revolcándose en su tumba. Así debe estar el doctor Jorge Leyva Urdaneta ante las pilatunas de su ‘niño’ Alvarito. Leyva Urdaneta fue un destacado integrante del Partido Conservador. Durante el gobierno de Laureano Gómez (1950-1953) se desempeñó como ministro de Obras Públicas, y en su gestión se realizó el diseño del viejo aeropuerto El Dorado y se construyó la primera calzada de la recta Cali-Palmira. Leyva papá era un laureanista pura sangre, al punto que cuando su jefe político se marchó al exilio, él se fue detrás del país. 

El ’niño’ Leyva iba por el mismo camino de su padre. Militó durante muchos años en el partido Conservador, militancia que le permitió ser concejal, congresista y desempeñarse como ministro de Minas y Energía, durante el gobierno Belisario Betancur, curiosamente reemplazando a Iván Duque Escobar, padre del expresidente del mismo nombre.

En la década de los 90 Alvarito comenzó a mostrar que era muy diferente a su padre: fue acusado por la Fiscalía de enriquecimiento ilícito, por supuestamente haber recibido dineros del cartel de Cali. Para evitar ser detenido, luego de que la Fiscalía dictara medida de aseguramiento en su contra, se exilió en Costa Rica. En 2006, luego de ser absuelto por la Corte Suprema de Justicia, regresó al país.​

Tras ese percance jurídico, e incluso antes de él, Leyva se fue interesando en el tema de la paz. Su cercanía con la familia Gómez lo llevó a convertirse en mediador con el M-19, durante el secuestro de Álvaro Gómez. Luego participó en varias negociaciones de paz con las Farc.

Al parecer en esos acercamientos desarrolló una especie de síndrome de Estocolmo porque pasó a convertirse en una persona de confianza para las Farc. Incluso, En el año 2007, luego de que el jefe guerrillero Raúl Reyes fuera abatido por las Fuerzas Militares, en los computadores incautados al cabecilla fueron encontrados unos correos en los que Leyva es mencionado. Al parecer los correos databan  del 2006, cuando fue candidato presidencial, y en ellos se mencionaba un canje de la excandidata Ingrid Betancourt, que en ese momento se hallaba en poder de la guerrilla,  si Leyva ganaba las elecciones.  A cambio de esa liberación, Leyva se comprometía a adoptar su programa de gobierno a los postulados de la Octava Conferencia de las FARC.

La Corte Suprema de Justicia abrió una investigación en contra del actual canciller, pero luego concluyó que los ordenadores de Raúl Reyes no tenían valor legal ya que su contenido podía haber sido manipulado. Leyva fue absuelto por segunda vez. Sin duda, su cercanía con las Farc fue decisiva para que Gustavo Petro decidiera nombrarlo ministro de Relaciones Exteriores. Petro consideró que en una fase adelantada de su delirante Paz Total, Leyva podrá desempeñar un rol decisivo y por eso quiso tenerlo cerca.

Pero, a pesar de su larga trayectoria y de su experiencia política, Leyva ha resultado un funcionario muy poco diplomático. Sus intervenciones en el asunto del conflicto palestino-israelí han sido tan desatinadas como las de su jefe Petro y han estado más dirigidas a caldear los ánimos que a distensionarlos, como le correspondería. Incluso llegó a pedirle al embajador israelí que pidiera disculpas y se fuera del país. Con esos diplomáticos…


En el episodio en el que se descachó del todo fue en el polémico tema de la licitación para contratar la empresa que se encargaría de producir los pasaportes colombianos


Pero en el episodio en el que se descachó del todo fue en el polémico tema de la licitación para contratar la empresa que se encargaría de producir los pasaportes colombianos. Primero, llevado por la insólita doctrina Petro según la cual no se pueden adjudicar licitaciones en las que participen un solo proponente, decidió declararla desierta. Es hasta normal que alguien tan primario como Petro ignore que la ley, y el sentido común, dicen que si en un concurso de ese tipo se presenta un solo proponente que cumple con los términos del mismo, se le debe adjudicar el contrato. Pero que alguien con semejante experiencia en el sector público, que incluso fue ministro de Minas, no lo sepa, es un inexplicable.

Y peor aún es que Leyva salga como un loro a repetir lo que dice Petro: que se quiere favorecer a una empresa privada. La cosa es muy sencilla, si no se concilia con la empresa que se iba a ganar la licitación, porque demostró reunir las condiciones para cumplir el contrato, se vendrá una demanda multimillonaria contra el Estado, es decir contra todos nosotros, que de seguro ganará el demandante. Así intentó hacérselo ver la directora de la Agencia Jurídica del Estado, Marta Lucia Zamora, quien pagó su osadía con una grosera vaciada por parte del canciller y con su posterior destitución. Misma suerte que pueden correr los miembros del comité de conciliación, que le hicieron a Leyva la misma recomendación.

Ignoro si estas salidas de tono del canciller Leyva se deben a que es un lambón con Petro o a que se volvió un ‘viejo Gagá’. Pero lo cierto es que alguien que no es capaz de manejar con aplomo sus relaciones con sus subalternos no está para manejar las relaciones exteriores de Colombia.

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