¿La salvación se conseguirá mediante un voto? Es una de las preguntas que surgen al escuchar muchos religiosos sobre imponer su postura política, ante esta incógnita surge una nueva: ¿se puede pecar si mi voto es contrario a lo que mi pastor, familia o líder religioso infirió?
Son preguntas que tal vez sean tontas para algunos y quizás no deberían hacerse según otros, pero son cuestionamientos a los que a muchos feligreses se les hace. En el hilo delgado de la religión y la política, la manipulación religiosa se vuelve parte fundamental para entender este fenómeno.
La manipulación religiosa para fines políticos no es un fenómeno nuevo, se ha evidenciado a lo largo de la historia cómo las iglesias han tenido una influencia política muy fuerte utilizando la religión como una herramienta para gobernar, y juzgar a aquellos que no se encuentren a favor de sus ideales políticos y de gobernanza.
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Este fenómeno es tan antiguo como recurrente en la actualidad, en tiempos de cambios políticos, ante estos hechos muchos pueden decir que todos tienen la libertad de expresar sus ideas y su fe y en ello no hay problema, el problema es el sistema de gobernanza sobre los pensamientos de aquellos feligreses que impulsados por el emocionalismo radical, llegan a causar daño mental y espiritual sobre aquellos que no se dejan gobernar.
La religión es un fenómeno peligroso y debemos ser conscientes los que profesamos algún credo pero, ¿cuándo es peligrosa? cuando se utiliza para algún fin que no sea el crecimiento propio a nivel personal y espiritual.
Cuando es utilizada para que otros hagan lo que considero que es correcto y se recurre a la manipulación.
Para que pueda existir la manipulación, se debe tener un método y ejercer poder, porque sin estos es imposible, el método es el uso de los libros sagrados que son la ruta de navegación del creyente, en la mayoría de las religiones es la biblia y el poder lo obtienen de la mala interpretación y el abuso de las escrituras para que el feligrés deba hacer lo que consideran correcto como votar por el candidato político de la preferencia de las iglesias.
Entonces es aquí donde el libre albedrio del que se predica en la biblia cristiana y católica se modifica a libre elección de las cabezas y líderes de las iglesias.
Michael Foucault bien indica que el biopoder tiene la facilidad de administrar y controlar a las personas. Este posee dos componentes, uno dirigido a controlar a las personas de forma individual (anatomopolítica) y otro hacia el control de las poblaciones en conjunto (biopolítica).
Finalmente, las mentes terminan siendo sometidas bajo la presión de la condenación de su alma y el fuego eterno del infierno para no poder tomar decisiones propias en algunos aspectos como el político.
Cuando existe resistencia a estos ideales ocurre el rechazo en muchos casos desde la familia y la sociedad religiosa a la que asiste, aumentando la presión y el poder en un intento de moldear el pensamiento a la imagen de quienes usan la religión como un mecanismo de manipulación para un fin político.