La lectura, un aspecto a fortalecer en las aulas

La lectura, un aspecto a fortalecer en las aulas

Es indispensable para el desarrollo del pensamiento, de las competencias interpretativas y comunicativas, además de la indiscutible posibilidad de formar en valores

Por: Álvaro Ramírez Anichiárico
abril 08, 2019
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La lectura, un aspecto a fortalecer en las aulas
Foto: Pixabay

En una nota anterior expuse un punto de vista sobre el uso de celulares en las clases, tema de moda y que necesita decisiones para que deje de ser un problema en las escuelas, si es que realmente es un problema. En el sistema educativo nacional hay toda una constelación de situaciones problémicas que son reales o están ocultas, pero latentes, y se manifiestan en sus consecuencias, observables algunas e imperceptibles otras. Dentro de los grandes problemas de la educación colombiana, sin hablar de presupuesto, de la situación de los maestros, de las diferencias entre la pública y la privada, la legislación y la cobertura, están los de orden curricular, didáctico-metodológico, tecnológico, idoneidad, del aprendizaje mismo y, muy especialmente, la lectura, sobre la cual trata la presente reflexión.

Los profesores de las universidades, opinadores, los investigadores educativos y los propios maestros de secundaria se quejan de las debilidades en los procesos lectores y escriturales de los estudiantes, queja por demás válida y en la cual los mismos maestros podrían tener responsabilidad, la cual va desde su poco hábito de lectura hasta el mal diseño de estrategias y metodologías que permitan desarrollar hábitos de lectura en los niños durante la primera y segunda infancia, especialmente. Se ha dicho, y con razón, que la mejor estrategia para fomentar la lectura en los estudiantes es el ejemplo que dan los maestros lectores, así mismo los padres. Maestro que lee promociona lo que ha leído, lo vende con ilusión, motiva y estimula, innova, describe el mundo que conoció en cada libro, transmite a sus estudiantes el deseo de leer, crea expectativas, formula interrogantes pertinentes, tiene anécdotas que le permiten ser confiable, adquiere prestigio intelectual y se convierte en una referencia para conversaciones de todo tipo.

La lectura, como hábito y como proceso, es indispensable para el desarrollo de habilidades de pensamiento, de competencias interpretativas y comunicativas, además de la indiscutible posibilidad de formar en valores a través de obras y personajes de relevancia en los contextos históricos asociados al arte y la literatura, en cualquiera de sus géneros, como es el caso de la fábula y la novela. Algo está pasando para que nuestros jóvenes no lean, o lean poco, también valdría la pena que quienes hacemos este juicio nos preguntemos qué tanto leemos y qué tanto sabemos leer; seguramente entraremos en un buen nivel de autocrítica. Leer es más que ir a la biblioteca y prestar libros, generalmente de moda o recomendados, es más que informarse, va más allá del diseño de un plan lector con obras apartadas de la línea histórica del currículo de literatura, está por encima del simple y caduco ejercicio de evaluar una obra a partir de la recordación de hechos en espacio y tiempo. Un buen propósito y proyecto de lectura en una escuela sería el motor que dinamice el aprendizaje, toda vez que transversaliza el ejercicio de pensar a partir de diferentes contextos disciplinares y mundos que se van incorporando significativamente al haber cognitivo del estudiante, logrando diversificar sus saberes a partir de la comprensión y lo que de ella se desprende, en esencia para la comunicación.

La lectura es en sí y para sí la posibilidad de desarrollar el pensamiento, especialmente el hipotético-inductivo, que a su vez lleva a razonamientos mayores como la argumentación discursiva y la categorización, dentro de un nivel de pensamiento formal, para finalmente entrar en etapa de producción escrita, independiente de si es literaria o no, además de mejorar la ya mencionada comunicación. También posibilita el desarrollo y fortalecimiento de otros componentes del aprendizaje, por ejemplo, la memoria, necesaria para cualquier forma de adquisición de conocimientos, ayuda a mejorar la ortografía y el vocabulario. Además de estos aspectos de forma, la lectura es una especie de juego psicolingüístico, como dice Goodman, en el que interactúan pensamiento y lenguaje, es una conducta inteligente; leer es buscar sentido y explicación, es buscar comprender, sin lo cual no habría lectura en sentido epistemológico. La lectura es un proceso cognitivo de alta complejidad, es interactivo, donde el estudiante construye significados, establece relaciones entre el contenido de un texto y lo que conoce previamente, en coherencia con su realidad.

Si bien es cierto que el Estado vienen adelantando algunas estrategias, muy generales entre otras cosas, también lo es que de nada sirven si dentro del aula, en el seno de la interacción de una clase no se trabaja a partir de modelos donde se privilegie el proceso por encima de la lectura por encargo, por razón administrativa, para satisfacer cantidades o para el consumo de obras que no plantean nada a la creatividad ni exigen el pensamiento, para hablar de sólo literatura, llámese plan lector o de lectura. Es necesario que en la escuela, especialmente en la segunda infancia, donde el universo del niño es un constructo guiado por el asombro, ávido de aventuras y de mundos por descubrir, la lectura ayude a construir inteligencia, pensamiento, cultura, para que, al llegar a la secundaria, cuente con los dispositivos necesarios para leer, guiado por intereses artísticos, científicos o exploratorios, en un marco estético, lúdico y cognitivo.

Aparte de ayudar a escribir, leer y comprender correctamente, la lectura es tan importante que contribuye a la construcción de los comportamientos y las actitudes que posteriormente la favorecerán por el resto de la vida. Estos comportamientos y actitudes hacen posible que el estudiante sea permeado por aquellas intenciones y programas de formación integral, a partir de valores o virtudes, porque adquiere rigor científico y lógico para evaluar y evaluarse, adquiere y desarrolla el juicio crítico, es más maduro y tiene capacidad para autorregularse.

Vale la pena comentar que, aunque las actuales Pruebas de Estado (Saber) enfatizan mucho en la lectura crítica (toda lectura debe ser crítica). Los ejercicios con los cuales se evalúan van orientados a la solución de problemas contextualizados con lo que se quiere resolver, lo cual no es malo y diagnóstica de alguna manera la competencia lectora en el estudiante, pero el trabajo debe centrarse en programas o proyectos sostenibles, sistemáticos, transversales, interdisciplinarios y progresivos, con los cuales se logre crear una cultura de la lectura dentro de la institución, de forma y de fondo, que guste y que sea efectiva, que motive y que arroje resultados, que divierta pero que haya aprendizaje

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