El martes 14 de febrero, Gustavo Petro adelantó un ejercicio discursivo, pedagógico y político desde la entrada principal del palacio presidencial, en el espacio del Patio de Armas, ubicado frente a la Casa de Nariño. Se trata de un escenario cargado de símbolos y emblemas en la disputa en curso para profundizar el poder popular y desalojar las castas oligárquicas dominantes en el Estado desde hace más de 200 años.
La actividad realizada instaló un nuevo repertorio de la acción y movilización social popular, en este caso para dar nuevos contenidos al sujeto histórico involucrado en la transición anti neoliberal, en el reformismo estructural y hacia la paz social, ambiental y política.
Mientras la ultraderecha, encabezada por Uribe y el Centro Democrático, anuncian su acción con desfiles y recorridos en las principales avenidas del país para expresar —de manera vocinglera y vociferante, con rabia y odio— su rechazo y bloqueo al paquete de reformas sociales progresistas lideradas y promovidas por el Pacto Histórico y el presidente Petro, el bloque histórico popular y sus múltiples expresiones acuden a otras formas —innovadoras y creativas— de interpelación y diálogo con la multitud y sus tendencias organizadas. Lo que se quiere adelantar un intenso y masivo camino de pedagogía política para elevar el nivel de conciencia y organización del pueblo colombiano, trascendiendo el mero bulto de la masa y el grito destemplado sin un norte definido.
Una pedagogía que promueva el alzamiento popular para defender y consolidar los espacios ganados en los años recientes mediante potentes y gigantescas acciones populares, como la bancada parlamentaria de izquierda y la presidencia en cabeza del ex senador Gustavo Petro. Las semanas que vienen mostrarán varios frentes de acción del gobierno de izquierda y del Pacto Histórico: trámite del plan de desarrollo —Colombia, potencia mundial de la vida—; reforma política, para adoptar la lista cerrada y paritaria; reforma a la salud; reforma al regimen de pensiones; nuevo estatuto laboral; reforma carcelaria humanizante; ley de desmantelamiento y sometimiento de las bandas paramilitares; reforma del sistema ambiental nacional y leyes agrarias como las que crean la jurisdicción agraria y la adopción de los derechos del campesinado. Las reformas de la salud, de las pensiones y laboral serán las de mayor disputa y confrontación.
El proyecto de salud presentado por el gobierno al Senado tiene el propósito de eliminar el modelo neoliberal impuesto por la Ley 100/1994 de Uribe Vélez, que convirtió este derecho en un vulgar negocio de las Empresas Prestadoras de Salud. Las EPS son unos infernales pulpos que se robaron cientos de billones de pesos de los presupuestos públicos apropiados para la atención sanitaria de la gente, dineros que también fueron a parar a los bolsillos de las castas politiqueras al servicio de los conglomerados financieros y bancarios.
El nuevo modelo de salud se hará sin la intermediación de las EPS y desde los centros primarios de atención y prevención que comprenderán hasta 23.000 habitantes cada uno, atendidos directamente por médicos y paramédicos vinculados laboralmente por el Estado. Ese modelo de salud le dará estabilidad laboral a los médicos y paramédicos; creara facultades de medicina y enfermería en las periferias del territorio nacional; dará transparencia a los dineros de la salud; fortalecerá la investigación científica en el sector; e impulsará la auditoría social para erradicar la corrupción de los politiqueros.
La reforma a la salud colombiana promete ser un vuelco de 180 grados que ya ha desatado una infernal guerra mediática y política desde los poderosos clanes neoliberales y neonazis que la secuestraron desde hace más de dos décadas. Hay que estar alerta porque por ahí puede desatarse la conspiración golpista contra el presidente Petro.
De igual manera, la reforma pensional y la reforma laboral golpean las mafias financieras que tienen bajo su control casi 400 billones de pesos (100.000 millones de dólares) del ahorro pensional de 18 millones de colombianos, de los cuales solo han pensionado 21.000 personas durante más de 20 años. Son unos criminales y vagabundos que parasitan con el ahorro de los trabajadores, al igual que lo hacen los empresarios con un regimen neoliberal al estilo del capitalismo salvaje.
Viene pues una nueva etapa de movilizaciones y acción popular que debe ampliar sus objetivos para llegar hasta un cambio radical o erradicación del modelo de Estado neoliberal y paramilitar hegemónico. La interpelación y el diálogo del presidente Petro debe fortalecer la multitud como el sujeto histórico encargado del cambio democrático y popular de nuestra nación.