Quiero empezar diciendo que yo detesto la televisión colombiana. En mi desarrollo, RCN y Caracol me ayudaron a llenarme de complejos y vivir engañado, lejos de las cosas realmente importantes. En una constante sublimación al país, estos canales han sido parte de la apatía de los colombianos que tiene a este país hundido en la desgracia. Hoy puedo decir que nada ha cambiado. Los noticieros, las novelas, los realities, casi todo su contenido alimenta el pasme general en que la sociedad colombiana vive enclaustrada.
Por eso hace años me concentré en los libros, Netflix y los videojuegos. Si me quiero enterar de las noticias del país leo Twitter. Conmigo ya no cuentan como audiencia desde hace mucho porque me convencí de que lo que se venden en estos canales es una realidad paralela a lo que Colombia realmente es. Todo es maquillado, romantizado y hasta equivoco.
Sin embargo, ayer decidí prender el televisor en Canal Capital para ver el documental de "Bojaya, entre fuegos cruzados". Quiero confesar que nunca me había sentado a ver Canal Capital más de 10 minutos. Un poco por prejuicio, pero sobretodo por desconocimiento. Porque los otros dos canales privados me han definido la totalidad de entendimiento que tengo sobre la capacidad de los colombianos para hacer televisión de calidad. En mi fortuna, prendí el televisor 20 minutos antes de que empezara dicho documental. En esos 20 minutos no tuve que ver ningún anuncio comercial, conocí como 3 iniciativas socioculturales hermosas en Ciudad Bolivar por su sección Diverciudad y la historia de 4 o 5 integrantes de la comunidad LGBTI de Bogotá contada desde una narrativa espectacular que me dejaron con la piel erizada de emoción.
¿Cuando en la vida RCN o Caracol han sacado algún tipo de iniciativa para extender las dinámicas de inclusión ciudadana sin animo de lucrarse en el camino? Nunca. Absolutamente nunca. Por eso mis ojos no podían creer lo que veían y mis oídos tampoco podían creer lo que escuchaban. Definitivamente, los canales privados nos tienen tan malacostumbrados a sus programas baratos llenos de cortes comerciales que ni un mensaje de reflexión dejan en sus televidentes.
Gracias Canal Capital por reconstruir mi confianza en las capacidades de nosotros los colombianos. Si se puede hacer televisión de calidad. Si se puede soñar con medios humanos y no solo un afán por hacer plata. Solo queda esperar que la vida lo ponga en la pantalla de las mayorías de este país. Para que la televisión, por fin, nos ponga a pensar y reflexionar en lo que debemos gastarle tiempo. Y que paremos ese circulo vicioso al que nos ha metido RCN sobretodo, de estar viendo programas de puro prejuicio que solo alimenta los estigmas de esta sociedad profundamente enferma y dividida desde la maldita intolerancia.
Pd: Recomendadisímo el documental "Bojaya, entre fuegos cruzados". Este tipo de documentales son los que nos ayudarán a entender la historia para poder quererla, querernos y perdonarnos.