Las palabras que irán apareciendo en este escrito tienen la phoné de la nostalgia y la amargura, más aun, cada una de ellas arrastra consigo la idea fundamental de que la existencia más que un hacer es un padecer; y que este padecer en su acontecer: nos violenta, nos encuentra y nos trasmuta. En el escrito anterior se esbozaba, a manera de conclusión, el pensamiento de que: se debían comprender las posibilidades de trasformación de los partidos políticos de “izquierda” existentes en Colombia para no hacer emerger una nueva organización política, sino más bien, hacer coincidir a varias de estas en una sola, siempre y cuando manifestara un sentido político diferente.
Al igual, este esbozo de conclusión se relaciona con la Verstehen de que “el partido de las FARC-EP y su movimiento social y de masas deben hacer que confluyan en un proyecto de nación todos los que deseen otro mundo posible”. Traer a la luz o llevar a la presencia estos enunciados es una des-velación que posibilita mostrar que la fundamentación ultima de un proyecto político que busque ejercer el poder y de un programa de nación que busque la construcción de una sociedad más racional debe abandonar la dimensión de las palabras bonitas y las promesas a la distancia para encerrarse y constreñirse en un ethos que como modo de ser del sujeto responda propositivamente a una forma de ver la vida y a una forma de estar en el mundo.
Esto se aclara, porque en los últimos congresos de la Unión Patriótica y del Partido Comunista Colombiano se hicieron visibles un estado de impotencia y un momento de no correspondencia con el devenir político de la nación. Basta recordar las sesiones inaugurales de cada uno de los congresos para darse cuenta de que más allá de los discursos propagandísticos y reivindicatorios, al igual que, de los compromisos insustanciales, ninguno de los ponentes desplego o hizo manifiesto un ethos que revelara un plan político que hiciera operable la conquista del acuerdo de paz, así como, eficaces los cumplimientos que se deben hacer y la defensa acérrima de la cual debe ser objeto el acuerdo para la terminación del conflicto.
Ahora bien, si se busca atender al decir de la palabra para que el pensamiento y la verdad acontezcan en el discurso desde el cual se habla, se podría afirmar que la emergencia de un ethos político está oculto en la oscuridad en los partidos políticos de la “izquierda” colombiana que comparten unas mismas condiciones de posibilidad ontológicas e históricas. Para entablar una relación veritatíva y no simplemente adecuatíva de esta afirmación se podrían contrastar las aseveraciones del secretario general del PCC y el saludo del comité ejecutivo nacional de la UP al XXII congreso del partido comunista, así como, las declaraciones políticas del VI congreso de la UP y del XXII congreso del PCC.
En el saludo al congreso se asevera que el Partido Comunista coincide en “la necesidad apremiante de avanzar en un proceso de unidad y convergencia, comenzando por la unidad de quienes compartimos una misma tradición histórica y patriótica”, sin embargo, Jaime Caycedo en sus declaraciones alega que hay una “perspectiva” de unidad de acción política y de convergencias democráticas, así como que, con el partido político que surja de las FARC-EP se podrían hacer alianzas y acuerdos y que, de pronto más adelante se podría tener un movimiento unificado. Esta clara exclusión, que se manifiesta como inclusión, hace evidente que en los representantes políticos del PCC, por no decir que en toda su militancia, opera un duelo y un conjunto de dramas que se relacionan directamente con la ruptura política sufrida en la década del noventa entre el Partido Comunista y las FARC-EP.
Para no ser excesivamente extensos se dirá que un elemento de ese conjunto de dramas que le dan sentido al duelo son las relaciones políticas entre el PCC y las FARC-EP hasta la década del noventa del siglo XX. Estas relaciones de objeto estuvieron marcadas por las consecuencias teóricas desprendidas del ejercicio político de Lenin y por las declaraciones de la Habana de los años 1960 y 1962. En estas el campesinado aparece como un sujeto político el cual por sí sólo no podrá hacer la revolución y al cual hay que dirigirlo en su accionar político
“Pero el campesinado es una clase que, por el estado de incultura en que lo mantienen y el aislamiento en que vive, necesita la dirección revolucionaria y política de la clase obrera y los intelectuales revolucionarios, sin la cual no podría por sí sola lanzarse a la lucha y conquistar la victoria” (Castro, 2008. p. 50)
Sí las identidades que se desenvolvieron en las luchas de resistencia en Colombia no son un fundamento para buscar la unidad orgánica, sino, simplemente un pretexto para las alianzas, las coincidencias o las coaliciones, es debido a que, ese duelo no está completamente superado. Y si ese duelo no está superado los intentos de reparación, de regresión, de reconstrucción sólo adquirirían sentido para el PCC cuando el movimiento político de las FARC-EP vuelva al seno del Partido Comunista para ser dirigidos por ellos; los intelectuales y dirigentes “consecuentes”.
Claro está, que esto no debería ser el devenir político que aconteciera. Si alguna claridad debe tener el PCC, al igual que la UP, es que sus proyectos políticos fenecieron ante su propia realización y que por lo tanto: como partidos políticos que comparten unas mismas condiciones de posibilidad ontológicas e históricas con las FARC-EP deben hacerse participes de la construcción de ese proyecto político. No cabe duda de que el PCC fue condición de posibilidad para que se desplegarán luchas políticas en Colombia desde la década del treinta del siglo XX, y que, la identidad y el sentido que adquirió la lucha de autodefensa campesina en las regiones agrarias del sur del país se debe al esfuerzo político del Partido Comunista. Sin embargo habría que preguntarse por qué después de la ruptura política, que se dio en la octava conferencia, entre el PCC y las FARC-EP la organización político-militar dirigida por Manuel Marulanda Vélez se visibilizo como un partido político que podía ejercer el poder, en contraste con la invisibilización y el desconcierto que sufrió el Partido Comunista.
En las declaraciones políticas que emitieron cada uno de los congresos se vuelve a encontrar un estado de impotencia y de consiente finitud que hacen que la experiencia política ejercida se comprenda en la sustancialización de la desgracia y la re-victimización. Si es claro que el momento político en la nación impone el imperativo de consolidar el acuerdo para la terminación del conflicto y el de resguardar el mismo, no se entiende como no se hace mención a una propuesta de construcción de un escenario de unidad no partidista, sino, partidario del pueblo colombiano a través de la confluencia necesaria de los partidos políticos que tiene unas condiciones de posibilidad ontológicas e históricas idénticas. Especificar que “Con las FARC-EP compartimos una historia de resistencia popular, un presente por consolidar la paz y la aspiración de construir futuro haciendo parte de un amplio proceso de unidad y de gran convergencia democrática”, o que la unidad de los comunistas “es un trabajo paciente en que se deben superar diferencias, prevenciones y construir confianzas. Es necesario establecer una hoja de ruta conjunta, fijar cada paso que debe ser en firme con la convicción que la unidad de toda la familia comunista será el objetivo trazado”, no son más que una ocultación, es decir, un no desvelamiento.
Un no desvelamiento debido a que la verdad no se des-oculta; si la verdad se des-ocultara sería porque la des-velación concedería sentido e identidad al comprenderse y al encontrarse del sujeto que está ahí (Heidegger, 1959) interpretando su correspondencia y pertenencia con la existencialidad de su existencia. Buscar el sentido de la unidad de los que comparten una identidad ontológica e histórica es estar expuestos a aceptar un camino programático de construcción de unidad; y no simplemente de unidad programática. Al des-ocultar la verdad y asignarle sentido a la experiencia se encontraría ese ethos como un estado de abierto: una forma de ver la vida y una forma de estar en el mundo.
En este devenir la kehre fariana acontecería como un cambio de perspectiva en donde el estado de abierto proyectaría sobre ellos una comprensión ontológica e histórica que fundamentaría su proyecto político. Desde el pensamiento las FARC-EP podrán proyectar un modo de ser fundamental que haga visible lo invisible y des-oculte lo oculto que se esconde. El ahí como posibilidad para mostrar el poder-ser le asignaría sentido a la existencia política del proyecto de nación de las FARC-EP, su topos de ubicación seria la auto comprensión de la sociedad colombiana y su esencia la desustancialización de sus prácticas estructurantes.
Las ideas pueden más que las armas por sofisticadas y poderosas que estas sean…porque de la fuerza que dan las ideas, que da la verdad y que da una causa justa es que los pueblos se vuelven invencibles. (Castro, 2003, p. 17-18)
Si la des-velación y el ahí le designan sentido al proyecto político de las FARC-EP este suceder hará que el partido político que emerja; se trasmita y se revele en la sociedad colombiana como una novedad que busca operar en la gubernamentalidad por medio de una apertura liberal y de la construcción de otra institucionalidad: ese sería el fin último del acuerdo para la terminación del conflicto. Asimismo, este sentido tendría que operar para que el partido político que emerja de las FARC-EP articule a las luchas institucionales y anti-institucionales actuales toda la tradición de lucha y de pensamiento de la historia republicana de la nación. Arrastrar consigo la historia, por ejemplo, de: la Unión Nacional Izquierdista Revolucionaria (UNIR) de Jorge Eliecer Gaitán, la tradición de lucha de los comunistas representadas en las autodefensas campesinas que se denominaban Ejército Revolucionario de Liberación Nacional, las ideas políticas de Jaime Bateman Cayon, la ruta de convergencia y solidaridad de Camilo Torres Restrepo, etc.
Si allí donde falta la palabra esta en ausencia la cosa (Heidegger, 1990) el partido y el movimiento social y de masas de las FARC-EP deben posibilitar que la cosa sea; que en el ahí de su acontecimiento la palabra insurja para que la cosa sea una cosa, es decir, para que mediante el ejercicio político del partido y del movimiento social y de masas de las FARC-EP se haga probable y posible la visualización de un cambio y la necesidad de ese cambio. Las FARC-EP deben entender que lo más trágico para su organización seria “caer o incluso perseguir la existencia ilusoria de una identidad-objeto, definida por una serie de papeles-funciones” (Cooper, 1981, p. 51), esto debido a que “¿Cuáles serán las armas esenciales? Las ideas; las conciencias” (Castro, 1999. p, 139) “por eso hablamos de la batalla de ideas” (Castro, 2003, p. 22-23).
Las FARC-EP tienen la obligación de: 1). Plantear políticas inteligentes y realistas que se adapten a las condiciones y las posibilidades de la nación, 2). Implementar alternativas conceptuales de reflexión política diferentes al marxismo-leninismo, 3). Viabilizar un movimiento de masas que por medio de la lucha política construya una hegemonía sobre un bloque histórico y una voluntad popular y nacional y 4). Pensar que la construcción de una sociedad más racional requiere abandonar la ontologización de la práctica política del marxismo-leninismo. “Hasta el lenguaje se puede cambiar, lo que no se puede cambiar es la idea”. (Castro, 2008, p. 204).
Bibliografía:
Castro Ruz, Fidel. (1999). Fidel frente al siglo XXI; la revolución solo puede ser hija de la cultura y las ideas. Editorial Alternativa – FET. Colombia.
Castro Ruz, Fidel. (2003). De la fuerza que dan las ideas es que los pueblos se vuelven invencibles. Ediciones Plaza. La Habana, Cuba.
Castro Ruz, Fidel. (2008). La paz en Colombia. Editora política. La Habana, Cuba.
Cooper, David (1981). El lenguaje de la locura. Editorial Ariel. España
Heidegger, Martin. (1959). Carta sobre el humanismo. Taurus. Madrid, España.
Heidegger, Martin. (1990). De camino al habla. ODÓS. Madrid, España.
PCC. (2017). Declaración política del XXII congreso del Partido Comunista Colombiano: Con la unidad y la paz, construimos un nuevo país. Bogotá D.C., Colombia.
Unión Patriótica. (2017). Declaración política del VI congreso nacional de la Unión Patriótica: Un nuevo tiempo para una Colombia en paz y con justicia social. Bogotá D.C., Colombia.