El país, sin dudas, en cuanto a la justicia hace referencia tiene dos etapas, antes y después de Pablo Escobar.
Pablo dejó la mala costumbre de comprar autoridades, jueces, políticos, policías y militares y todo aquel que le estorbara a sus fines, les decía: “Plata o Plomo”, los cobardes siempre recibieron dinero y salarios. Por fortuna, podemos recordar y exaltar a hombres como: el comandante de la Policía de Antioquia, coronel Valdemar Franklin Quintero, asesinado por Escobar el 18 agosto de 1989; Luis Carlos Galán, el 18 agosto 1989; Rodrigo Lara Bonilla, el 30 de abril de 1984; el magnífico y extraordinario periodista Guillermo Cano, el 17 diciembre 1986; al ministro de Justicia Rodrigo Lara Bonilla, la noche del 30 de abril de 1984; al valeroso magistrado Gustavo Zuluaga Serna, el 30 de octubre de 1986 y los 11 Magistrados del palacio de Justicia, entre los que recuerde. Hombres íntegros, valientes, patriotas, temerosos de Dios, de extraordinarios principios éticos y una moral a toda prueba, a tal punto que ofrendaron su sangre por defender la Constitución y la Ley, lo que no vemos ahora, pues hoy los jueces dan a los criminales, casa por cárcel o les dejan vencer los términos.
¿Cuánto le costó y pagó Pablo Escobar a los integrantes de la Constituyente de 1991 para que en Colombia no se aplicara la extradición?
Ya no hay principios éticos, morales, amor a la patria ni temor a Dios. Hoy prima el dinero y como dicen, “Aprovechar el cuarto de hora”. ¿No es esa la razón por la que los candidatos a puestos públicos invierten millonarias sumas de dinero? ¡Claro es un negocio maravilloso! Los políticos, lo más corrupto de la nación, con súper salarios y exageradas prebendas, consumen un buen porcentaje del erario público. A los pensionados les imponen un impuesto, pero ellos nunca están dispuestos a ceder un centavo.
Los expresidentes de la Corte Suprema de Justicia José Leonidas Bustos (célebre por haber dicho que la ley no debía interponerse en la construcción de la paz y por dar apoyo al ascenso del hoy detenido exfiscal anticorrupción nombrado por Martínez, Luis Gustavo Moreno) y Francisco Javier Ricaurte, serán investigados por haber recibido altas sumas de dinero para resolver procesos penales a favor de políticos cuya investigación y juzgamiento correspondía a la Sala de Casación Penal de esa Corte. Y el expresidente de la Corte, Camilo Tarquino, será investigado por actuaciones realizadas como abogado litigante.
Así mismo, en la investigación que envió EE.UU. se menciona: al exgobernador de Antioquia, Luis Alfredo Ramos, a los senadores Musa Besaile y Hernán Andrade.
¡Qué vergüenza para la justicia y para el país!
La absolución del culpable es la condena del juez.
Los magistrados, jueces, abogados y fiscales, deben ser modelo de ética, honestidad, de valor y eficiencia. Si se doblegan a las delicias de la mermelada y ofertas de los criminales y se dejan corromper, estarán condenando a la patria a la afrenta, el oprobio, la deshonra, la vejación e ignominia más desesperante, deleznable y atroz.
Desgraciada la generación cuyos jueces merecen ser juzgados. La justicia en Colombia es una vergüenza internacional. El gobierno, falaz como siempre, dijo que su gobierno era pulcro y tan solo un empleado quinta era investigado. Juan Manuel Santos pasará a la historia como el peor presidente, el que dejó el país descuadernado, entregado a los narcoterroristas y los poderes Ejecutivo, legislativo y judicial enmermelados y corruptos, como nunca. De qué valen tantas leyes si quienes la aplican son corruptos.
Ya es tiempo de que el país inicie una cruzada por la moralización. El pueblo no soporta más impuestos, más injusticias, malos tratos, tanta corrupción, podredumbre y menos que sea sometido al Socialismo Siglo XXI, bajo el terror y el yugo de los narco terroristas.
No hay democracia que pueda tener como soportes la corrupción y el menosprecio de la ley. Y una democracia, cuyos gobernantes son enmermelados y compradas sus conciencias y principios éticos y morales, es un terreno muy apto para los desmanes, la violencia, el desorden, los atropellos, la brutalidad y las injusticias.
Por ningún motivo podemos seguir viviendo la cultura de la moralización, de la que escribía el expresidente Lleras. Desafortunadamente, el país no cuenta con un líder moral, y sí permite la impunidad a los peores criminales del mundo los narco terroristas de las Farc.
En Colombia se aplica a la perfección lo que decía Honoré de Balzac: "Las leyes injustas son la telaraña a través de la cual pasan las moscas grandes y las más pequeñas quedan atrapadas".
En el caso de Odebrecht, se inicia juicio contra todos, pero al presidente Santos, ¿esperan que venzan los términos?
El primer síntoma de descomposición, corruptela y deshonestidad de una sociedad, es que el fin justifica los medios. A la que nos lleva el gobierno, que se ufana de su premio Nobel de Paz, mientras en el país siguen siendo asesinados vilmente por Timochenko y sus secuaces, nuestros héroes de las FF. MM.