La jungla bogotana para los afros

La jungla bogotana para los afros

'¿Hasta dónde se evidencia el contrasentido de un país el cual alaba algunos personajes negros pero sacrifica y repudia a otros?'

Por: Betty Tatiana Aguilar Palacios
septiembre 17, 2015
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La jungla bogotana para los afros
Foto: tomada de hsbnoticias.com

En los últimos días se ha visto por los diferentes medios nacionales el video en el que una persona negra expresa su rabia y desagrado al ser discriminado por policías del barrio la Candelaria en Bogotá. En horas se convirtió  viral, con más de 3 millones de reproducciones, y desencadenó una ola de comentarios enlas redes sociales y en la calle acerca de la problemática de discriminación que sufren los negros en las principales ciudades del país. No es raro ver este tipo de expresiones por parte de algunas personas que ejercen el poder político, jurídico y administrativo en el país sino que, también, en personas del común dándole una mirada a esta problemática social que se vuelve el pan de cada día en Colombia.

No reprocho ni apruebo el acto de exaltación que tuvo Carlos Angulo, pero este se vio representado como una bomba de tiempo, el cual necesitaba la última chispa para estallar

Estas manifestaciones no son nuevas en nuestro contexto actual, casos como el de ejecutivos negros que fueron abordados por un policía alegando que estos no podían andar en un carro de alta gama. Según los policías se notaban ‘’sospechosos’’ ante el acto de conducir un BMW o en Cartagena donde una señora agredió verbalmente a un taxista tildándolo todo el tiempo de ‘negro’, y refiriéndose a este con palabras soeces.

Estos son algunos de los múltiples casos de racismo que se registran en los medios del país, como en el contexto social de Colombia. Como estudiante de Comunicación Social y orgullosamente negra nacida en la ciudad de Quibdó, me surge una inquietud que podría poner analizar a más de un lector; Colombia se define como un país multicultural y pluriétnico donde todos somos iguales ante ley pero… ¿Hasta dónde se evidencia el contrasentido de un país el cual alaba algunos personajes negros pero sacrifica y repudia a otros?

Es algo ilógico que estos hechos racistas pasen y más cuando la gente se hincha de orgullo y saca todo el patriotismo gracias a las victorias de nuestros deportistas, cantantes y escritores negros, baila al ritmo de nuestra música, se deleitan con nuestra gastronomía y en casos más extremos vociferan ¡ser pacífico! como la canción de CQT. Casos como el de Katherine Ibarguen, María Isabel Urrutia, Jackson Martínez, Juan Guillermo Cuadrado, Choquibtown, Herencia Timbiquí y por no seguir con la inmensa lista de personajes muestran que como etnia, somos fuertes y estamos llenos de cosas buenas para darle al país.

Es una paradoja ver que en las calles de algunas ciudades del país personas agarran su bolso con fuerza cuando ven a un negro pasar o, lo más cómico, se asustan al verlo correr y como en un acto casi de predicción se cumpliera la estrofa de la canción de Grupo Niche ‘Han cogido la cosa’: ‘’Blanco corriendo atleta, negro corriendo ratero’’, pero todos celebran y aman cuando unos de los nuestros meten un gol y engrandece tanto a la selección, como al país.

En el transporte público es usual ver cómo nos miran, oír decir que olemos feo, que nos vestimos mal, que nuestros peinados son una ‘boleta’, que hablamos duro o que simplemente somos negros, como si eso fuera una condena. Hablo sin temor a exagerar porque que lo he vivido y personas que conozco también, esto es una realidad y más en Bogotá donde resido hace dos años. Son muchos los espacios donde me quedaría a contarles donde he presenciado actos de racismo pero esta la contradicción que se supone que estamos en Bogotá la ciudad de la ‘cultura’

Todos estos actos, desde la más mínima expresión como: (Ush, trabaje como esclavo) o negrito (a) por suplir nuestros nombres, hasta este tipo de actos mayores como el de Carlos Angulo, evidencia un país todavía está amarrado a costumbres racistas donde todavía no se han superado esas barreras de 1852 donde por fin nuestras cadenas se rompieron y fuimos incluidos y aceptados por fin como Ciudadanos Colombianos.

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