El viernes 27 de enero, el presidente Trump firmó un decreto para que durante un mes se prohibiera la entrada a Estados Unidos de ciudadanos provenientes de siete países: Irán, Irak, Somalia, Yemen, Siria, Libia y Sudan. Al día siguiente, el sábado 28 de enero a las nueve de la noche, el tribunal federal de Brooklyn logró bloquear las deportaciones ordenadas por el presidente Trump.
Detrás de esta decisión judicial esta Ann Donnelly, quien inmediatamente se convirtió en una heroína mundial. Donnelly de 57 años, ejerce como juez de la corte del Distrito Sur de Nueva York desde 2015. El sábado 28 de enero, estaba trabajando en su despacho cuando decidió atender la demanda urgente de la Unión Americana de Libertades Civiles contra la orden de Trump. La juez, inmediatamente, prohibió las deportaciones abogando “daño irreparable” si los ciudadanos árabes eran deportados.
El lunes 30 de enero, la fiscal general Sally Yates a través de una carta ordenó a los abogados del Departamento de Justicia que no prepararan la defensa del decreto migratorio, ya que consideraba que este violaba la constitución. En la carta, Yates dice que mientras ella sea la fiscal general interna, el Departamento de Justicia no presentará argumentos en defensa de la orden del presidente, salvo que considere que es lo adecuado.
Horas después, Trump ordenó el despido de Yates argumentando que la fiscal había traicionado al Departamento de Justicia al negarse a defender una orden destinada para proteger a la ciudadanía.
Desde que Trump se lanzó como candidato presidencial, su comportamiento misógino y machista lo ha convertido en el enemigo número uno de las mujeres. Lo anterior lo pudo ver el mundo entero el día de su posesión, cuando más de un millón de personas marcharon en la denominada Women’s March (marcha de las mujeres) alrededor del mundo, que protestaba, entre otras cosas, la elección del presidente. Una vez empezó sus labores ejecutivas, dos de sus grandes opositores han sido dos mujeres que decidieron no seguir sus órdenes.