El último presidente liberal que conoce la historia de Colombia es un tipo al cual se le metieron por la espalda todos los dineros de la mafia del Cartel de Cali y, como es típico en los países sin cultura de justicia, no pasó nada.
Años después, y gracias a un baboso presidente a quien solo interesa masajear su medalla de la paz y darle brillo diciendo a cualquier escándalo que él se acaba de enterar, todo el enramado de la cosa pública se rige por una máxima: “Tú político cochino me das tus votos, una firma brasileña de construcción nos llena las manos de plata y cuando pregunten acuérdate que no nos conocemos. Ah, y si quieres meter a trabajar acá a tu sobrina o a tu madre, ya sabes que las puertas están abiertas, o ala, ¿el poder para qué?
La idea es que el dinero llegue, así lo entreguen en sucios bares o en hoteles cinco estrellas, que esté manchado de sangre o cause más inequidad en el país esos son minucias propias de gentes sin sentido patriótico, lo único que importa es que el dinero llegue, que comprar a los políticos cuesta una millonada.
Y bien, ¿a dónde vamos?
Que el gran Partido Liberal, el cual ha gobernado a Colombia más que la mitad de su historia y salvo uno o dos presidentes que algo hicieron pensando en la gente, pues que ese partido convoca a todos los colombianos (¿por qué no solo a los liberales en una consulta privada?) para que elijan a uno de dos para que sea el candidato oficial.
Pues uno de ellos (ya hablaremos del otro en próxima ocasión) es un sujeto que estuvo de sujeto pasivo de los dos momentos relatados, siendo siempre un alto cargo, embajador, ministro, un man bien importante con siete narcotoyotas y jamás de los jamases dijo o dirá algo de la suciedad que lo alimenta.
Tanta pasividad no gusta. El señor Cristo no gusta.
Y hablando de…
Y hablando de candidatos, inquieta conocer los gritos de horror que se oyen por la proclamación de Timochenko como candidato de las siempre recordadas Farc.
No sacarán cien mil votos, serán senadores sin nunca haber sido juzgados gracias a un proceso de paz hecho a las bravas y tanto susto solo alimenta la campaña del terror propia del uribismo.
A qué querían que se dedicara, ¿ a vender Herbalife u ofrecer cursos de inglés?
