Quiénes y hasta dónde ganan unos o pierden otros se puede presentar como evidente.
Duque, Alvaro Uribe, Mockus, Fajardo, Petro, Cambio Radical, Vargas Lleras, ganan; pierden Santos, la ‘U’, el Partido Liberal, el Partido Conservador.
Sin embargo, es difícil explicar con los resultados obtenidos en los últimos comicios lo que sucedió o lo que significará para las próximas elecciones presidenciales. Sin sacar conclusiones se pueden hacer algunas consideraciones para que cada cual deduzca lo que considere apropiado.
Lo primero y más característico es que practicamente nada es tan simple como podría aparecer y por el contrario engaña si se lee sin mayor análisis.
Según la Real Academia, Jeringonza es un lenguaje complicado, que se usa para confundir. Aquí llegaríamos a entenderlo como que podría corresponder al juego que le hacía a Alicia el gato en el país de las maravillas al hablarle usando el término contrario de lo que quería decir (abajo por arriba, etc.).
Ejemplos: los ‘Partidos’
¿Puede llamarse ‘Centro Democrático’ el que está a la extrema derecha y que funciona bajo el esquema del führer?
¿Puede ser Liberal el que su espurio e ilegal ‘Director’ declaró ‘Partido del Centro’ y abandonó el rol de ‘Partido del Pueblo’, de ‘Coalición de Minorias’, de ‘Representante de matices de Izquierda’, de ‘abrevado en las canteras del socialismo’, renunciando a su origen y su tradición?, o ¿puede incluso considerarse ‘Partido’ cuando de su trayectoruia de más de 50 % en todas las elecciones presidenciales, en las dos últimas cayó al 4 % y a no poder ni siquiera presentar candidato en la pasada (y probablemente deberá retirarse en forma vergonzante quien fue también ilegalmente designado para la próxima)?
¿Que tal un ‘Cambio Radical’ que en lo que es radical es en que no habrá cambios, ni en los modelos económico o social, ni mucho menos en el cuestionado sistema político que lo ha llevado al ‘éxito’ que hoy goza?
¿O un Partido Verde que ni siquiera menciona el tema de la protección del medio ambiente, la ecología y la preservación del entorno natural?
¿O un ‘Compromiso Ciudadano’ cuya lema es el ‘ni,ni’, el no comprometerse con nada, ni la izquierda ni la derecha, ni con el Acuerdo de paz ni en su contra, ni apoyar al Gobierno ni presentarse como su alternativa?
A nombre de la cultura se elige a quien por lo que se conoce es por bajarse los calzones ante el auditorio, por orinarse desde los balcones, por echarle agua o boñiga a sus interlocutores en los escenarios; y en lo político por abusar de su cargo para imponer a un circo el préstamo de su elefante para hacer un circo de su matrimonio, por renunciar antes de cumplir el encargo que recibe para aspirar a puestos de mayor poder, o, en la segunda alcaldía, por preciarse de no haber utilizado el presupuesto recibido porque así nadie podía robar (su éxito no solo sorprende sino confunde, por ejemplo al medir sus votos como crecimiento del Partido Verde cuando sin estos la votación del partido disminuyó).
En fin, el problema es que el idioma se usa para confundir y no para ayudar a analizar. Hablamos de partidos cuando no existen carnetización, ni programas, ni propuestas, ni ideología, sino solo comerciantes de votos. Y llamamos candidatos al Congreso a quienes son solo intermediarios entre el mismo grupo que siempre cuasimonopoliza la escena política y las clientelas de los pequeños caudillos locales con los que cada uno negocia.
De los 4 millones de Duque solo 2,5 millones
coinciden con los de su partido
(la consulta de derecha se infló con el miedo a Petro o al ‘castrochavismo’)
Porque la segunda consideración general es que ni las consultas ni las parlamentarias pronostican los alineamientos que los elegidos tomarán en las elecciones presidenciales. En las consultas la votación fue en buena parte motivada en lo negativo y no en las adhesiones; de los 4 millones de Duque solo 2,5 millones coinciden con los de su partido (la consulta de derecha se infló con el miedo a Petro o al ‘castrochavismo’; y, si el voto fue meditado, con los antiuribistas que se manifestaron también en el respaldo a Marta Lucía). Cada parlamentario ya elegido siente que es su propio dueño y poca motivación tiene para realizar un esfuerzo por determinado partido; su apoyo ira al personaje del cual más retribución pueda esperar. Por eso el voto de opinión tiene mucho más peso en lo que viene que en lo que pasó y así se verá en las próximas encuestas.
En fin la ‘estructura’ del ‘sistema electoral’ (consulta, dos vueltas, voto preferente, lista cerrada o abierta, cifra repartidora) lleva distorsiones tales que menos de 15 de todos los elegidos al Senado salieron por votación propia. La consulta se volvió la ‘primera vuelta para la primera vuelta’ y lo que se espera es que las ‘alianzas’ para la primera vuelta remplacen lo que debería derivarse después de ella.
Jeringonza cuando hablamos de nuestra ‘democracia’, en cuanto a que es algo muy diferente o hasta contrario de lo que esta supone ser.