Maria Lourdes Alves después de su matrimonio con el diplomático Carlos Martins se llamó Maria Martins y fue parte fundamental en la creación del Surrealismo de André Breton junto con Marcel Duchamp y el chileno Roberto Matta, entre otros. Fue una mujer de mundo que se encargó de representar de una manera figurativa en escultura lo que hizo años más tarde Louise Bourgeois con su trabajo contemporáneo de las enormes arañas. Arte que sugiere. Arte que en escultura reconstruye y apela al misterioso mundo privado mientras utilizan animales y formas de la naturaleza.
Maria Martins nació en 7 de agosto de 1874 en Campanha, Brasil. Cumplió sus requisitos educativos de esa época, era intuitiva, alegre, sofisticada, de baja estatura, pelo negro, brillante y atractiva y seductora que la hizo siempre el centro de los acontecimientos. En 1926 se casó y estaba lista a vivir el mundo diplomático. Siempre moviéndose de lugar sin tener muchos afectos mientras el marido cumplía con su carrera. Ya en 1939, lo nombraron embajador en Washington que fue para ella un gran cambio porque ya estaba dispuesta a enfrentarse con el verdadero mundo que la apasionaba fuera de los viajes. Ellos habían estado en Copenhague, Bruselas, Paris, Tokio pero su verdadero encanto era ser suramericanos exuberantes y sofisticados. En Washington la conocieron con su doble vida de escultora y diplomática. Su marido se especializaba en sus grandes fiestas que le dieron a la ciudad una gran vitalidad.
Ella tuvo dos profesores: Oscar Jaspers en Bélgica y Jaques Lipchitz en Nueva York, quien le contaba sobre el Movimiento Cubista mientras le enseñaba a mantener la dimensión realista dentro de la abstracción, que también fue una característica interesante en las obras de Maria Martins.
O impossivel, 1945
Entró en 1941 a la única escuela de arte: El Corcoran y para decir la verdad, sigue siendo la única en el desértico paisaje del mundo del arte en la capital norteamericana. De ahí, que ella iba a menudo a Nueva York a empaparse de los acontecimientos. Tenía un apartamento dúplex en el 421 en Park Avenue en donde se reunían a menudo todos sus amigos artistas. Su taller de trabajo quedaba en el primer piso y su bella casa en el segundo.
En una galería neoyorquina conoció a Marcel Duchamp cuando ella tenía treinta años y desde ese momento empezaron a buscarse mutuamente. Maria era una mujer reconocida y él estuvo siempre rodeado de damas. Ella era una excéntrica sin miedo al amor, él detuvo sus romances mientras su relación avanzaba. Ambos trabajaban y discutían el mundo que les interesaba mientras conquistaban las galerías de la gran manzana. Ella expresaba el misterio de la sexualidad como una tendencia de devoración mutua. Camino a un mundo desconocido.
Urapuru, 1945
En 1947, André Breton resolvió realizar una exposición surrealista en Nueva York en la Galería Maeght con Duchamp como coordinador. Fue un verdadero éxito: la exposición tuvo tres momentos. “El hall de las supersticiones” donde estaban las obras de Matta, Miró entre otros, “El Hall de lluvia” donde con vapor se creaba una ambiente tropical y se encontraban las esculturas de Maria Martins donde había 13 altares mitológicos y el “Hall de la gravedad” donde “El gran vidrio” de Duchamp tenía su espacio propio. Ellos querían mostrar que en ese momento de la posguerra había una “revolución de la conciencia” y que era la nueva fuerza creativa, más allá del Existencialismo en Europa y el Expresionismo abstracto en los Estados Unidos. Ellos concebían al Surrealismo como una “callejón” entre los dos mundos.
La vida siguió y Maria Martins prefirió seguir a su marido, mantuvieron muchos años unas cartas de amor que se subastaron en Sothebys. Y murió en 1951, mientras ayudaba a crear la primera versión de la Bienal de Sao Paulo.