La reciente alianza del petrismo con Santos y el anuncio de Iván Cepeda de su eventual voto en segunda vuelta "por la paz", muestra el talante de una izquierda que vaga sin programa y sin principios en los terrenos de lo que antes se llamaba el oportunismo. Entre ellos se acusan de santistas y de uribistas, pero todos los caminos conducen a una profunda crisis del reformismo sin reformas que tuvo su templo en la Bogotá de la Familia Moreno y Clara López.
A mediados del mes de marzo, una vez finalizaron las elecciones parlamentarias, el Polo Democrático Alternativo anunció que la fórmula presidencial de Clara López Obregón sería la candidata de la Unión Patriótica, Aída Avella. Esta nueva alianza fue una vez más presentada como un paso fundamental en la unidad de la izquierda.
En realidad lo que hizo posible este acuerdo fue la derrota electoral de la Unión Patriótica - que no pasó de los 100 mil votos y no obtuvo curules ni en sus listas propias ni en las listas de la Alianza Verde - y la nueva correlación de fuerzas al interior del Polo, en la que Jorge Enrique Robledo es minoría frente al liberal Segundo Senen Niño y a los tres senadores que provienen de la izquierda: Alexander López, Iván Cepeda y Alberto Castilla.
Ya es costumbre que los acuerdos electorales sean presentados como unidad de la izquierda, pero esta vez existen mayores dificultades porque muchos de los sectores que participaron en las elecciones parlamentarias estarán en las presidenciales con el voto en blanco y porque la ‘gimnasia electoral’ confunde a las bases, más cuando los acuerdos oportunistas no se traducen en curules. No es fácil ni de explicar ni de entender cómo el Partido Comunista es expulsado del Polo Democrático por participar en Marcha Patriótica, después hace un acuerdo con los Verdes a instancias de Gustavo Petro y ahora hace un acuerdo con el PDA como fórmula presidencial.
Se podría decir que Verdes, UP y PDA comparten un programa reformista y que en este período pueden establecer un pacto por la defensa del proceso de paz, pero aún estamos lejos de ese acuerdo. Los Verdes tienen una candidatura propia de derecha, Enrique Peñalosa, y en el Polo Democrático no todos los sectores están de acuerdo con acoger a los expulsados, pues las mutuas acusaciones al interior de la izquierda de ser uribistas y santistas permanecen.
Un día después del anuncio de Aída Avella como candidata vicepresidencial, el MOIR se pronunció a través de Jorge Robledo en contra de esta alianza y advirtió que un acuerdo de este tipo terminaría en el santismo: “Digamos, entonces, que proceso de paz sí pero Santos no, y que ojalá también fracase su objetivo de convertir en nuevos garzones a algunos izquierdistas”, en alusión a Luis Eduardo y Angelino Garzón.
Y frente a la llegada de Aída Avella a las toldas amarillas, reitera su apoyo a Clara López pero se distancia de la decisión: “propuesta cuya validez no cambia aunque con Carlos Gaviria no hayamos convencido al Comité Ejecutivo Nacional del Polo de que Rodolfo Arango era su fórmula vicepresidencial”.
Y es que los pregoneros de la unidad no se han puesto de acuerdo con quién es esa unidad, ya hemos sostenido que la unidad para el MOIR es con la burguesía nacional que incluye a empresarios, ganaderos y terratenientes afectados por los tratados de libre comercio sin importar el papel que hayan jugado en la explotación y la agresión a los trabajadores y los sectores populares.
En la misma declaración Robledo declara que la propuesta de Clara López es “unir al país para salir de la violencia y superar el capitalismo subdesarrollado y corrupto”, es decir, su lucha no es por el socialismo sino por el desarrollo capitalista. El ex candidato Carlos Gaviria reitera esta concepción de unidad con sectores de la derecha manifestando: “más que como unidad de la izquierda, como una apertura más amplia que puede ayudar al Polo a recoger mucha de la gente inconforme que no es de la izquierda”.
Al contrario, para Iván Cepeda la unidad entre el PDA y la UP es también una “cuota inicial”, en torno a una convergencia frente al proceso de paz con la insurgencia. De hecho la primera semana de abril, a espaldas del Senador Robledo, se reunieron Clara López, y Gustavo Petro, a instancias de Iván Cepeda para discutir acerca de la conformación de una ‘confluencia democrática’ que incluyera a los sectores progresistas y la Unión Patriótica.
El ‘Acuerdo Programático entre el Polo Democrático Alternativo y la Unión Patriótica para la transformación de Colombia’ es una nueva edición del fracasado Ideario de Unidad del Polo Democrático que terminó en expulsiones y deserciones pues en su esencia es un acuerdo de conciliación de clases para lograr reformas sin confrontar al régimen político.
Como era de esperarse el primer punto es la paz, el segundo es la ‘soberanía nacional’ que se traduce en la protección de los empresarios colombianos y de allí en adelante siguen propuestas de ajuste del ‘modelo’ y de integración con burguesías de América Latina y el Caribe.
Frente a un cambio en el régimen político no hay una sola letra en este Acuerdo Programático, manifiestan que asegurarán el ‘voto libre y democracia plena’, que para ellos significa mayor transparencia en la mecánica electoral, participación de la oposición y “la reducción del umbral y el acceso democrático de las diversas corrientes políticas a los medios de comunicación”, es decir, una modernización del actual régimen y por supuesto no se refieren a la exclusión de las fuerzas políticas del escenario electoral.
Esta nueva edición del Ideario de Unidad, al igual que la anterior, guarda silencio sobre la necesidad de luchar contra el régimen, de la necesidad de fortalecer las organizaciones de los trabajadores y los sectores populares como herramienta para la movilización y es un capítulo más de la larga novela que promete un final feliz con reformas parlamentarias.