Soñador. Saramago más que comunista era un soñador. Un hombre al que le hubiera gustado tener el don de crear un mundo sin desigualdades, sin injusticia. Por eso, a principios de los años noventa, a Lanzarote, una isla ubicada en las Canarias, descubierta en 1312 por el navegante genovés Laceloto Marocello y que le puso su nombre. Allí Saramago fue feliz en su austera casa que construyó a su medida y en donde celebró los últimos 28 años que pastó en esta tierra. Allí concibió sus obras más importantes, el Evangelio según Jesucristo o El ensayo sobre su ceguera y recibió a sus amigos más cercanos como Antonio Guterres el portugués que sería primer ministro de Portugal y es el actual Secretario General de las Naciones Unidas.
El último amor del escritor, Pilar del Rio, cuenta una serie de anécdotas que enmarcan los últimos años del escritor y afirma que el Nobel volvió a nacer en esta isla. Después de la muerte de Saramago, ocurrida el 18 de junio del 2010, Del Rio se convirtió en una suerte de evangelizadora del legado del autor de La Caverna. La intuición de la isla, nombre con el que bautizó este libro, nos enseña más sobre el proceso creativo de uno de los últimos grande de las letras de todos los tiempos. Un libro que pueden disfrutar no sólo los amantes de la obra del Nobel sino también todos aquellos que quieren empezar a disfrutar de este imprescindible.
El libro acaba de ser editado por Alfaguara en el marco de los 100 años del portugués.