Javier estaba parado sobre la lancha revisando trampas de langosta cuando dice haber advertido sobre el horizonte del mar un pequeño cayuco de madera. Navegaba perezosamente. Las corrientes del mar y el viento determinaban su destino y desde sus cavidades se veía un resplandor blanco.
Presa de la curiosidad Javier giró su lancha en dirección a la canoa. En su interior halló telas blancas, anzuelos, y muchas flores, pero muchas frutas tropicales. Sintió miedo, dejó todo en su lugar y abandonó la embarcación a su suerte. Era una especia de despedida simbólica por la muerte de Don Nel Cardenas, las frutas asistirían su largo viaje a la eternidad y las flores adornarían su paso. Era un pescador ampliamente reconocido en las Islas de San Bernardo donde hasta los niños son pescadores.
Nel era uno de los más de mil doscientos isleños que hoy viven en la isla Santa Cruz del Islote frente al Golfo de Morrosquillo en el Departamento de Sucre. El Islote tiene un poco menos de una Hectárea de grande, lo que quiere decir que cada persona cuenta con menos de diez metros cuadrados para satisfacer todas sus necesidades. Hoy existe unas cien casas, por la falta de espacio los baños son de uso colectivo pese a que en algunos casos sea preciso pagar un par de monedas por el servicio. El puesto de salud es simbólico, acaso porque según sus habitantes allá nadie se enferma.
En los días de sequía, se reza con devoción a la virgen del Carmen quién según los pescadores, hace llover accionando en funcionamiento de artesanales sistemas de recolección de aguas, el fluido eléctrico proviene de una planta donada en el Gobierno de Andrés Pastrana y es alimentada con ACPM el cual se trae en lancha desde San Onofre, algunos días se recoge entre cada familia cinco mil pesos para la compra y transporte del combustible.
En el Islote casi todos son familia y su poblamiento data de hace más de cien años a pesar de que nunca ha vivido tanta gente como hoy en el terruño. Dicen entre risas los pescadores que una dieta rica en peces y frutos del mar es la responsable de la longevidad de sus habitantes como del innumerable enjambre de niños que revolotean por toda la isla. Algunos de los pobladores narran que el hacinamiento en la isla se debe a que han sido desplazados por gente rica, turistas y narcos.
El contexto
Santa Cruz del Islote se inserta en el Parque Nacional Natural Islas Corales del Rosario y San Bernardo. Es la más pequeñas de Diez islas hermanas ubicadas en un archipiélago donde los corales en complicidad con la gente le han ganado espacio al mar. Su caso narra con elocuencia como el problema por la tenencia de la tierra en Colombia llega incluso mar adentro y como en casi en todo el litoral del caribe el Paramilitarismo ha dejado su huella.
San Onofre, el Municipio en el Departamento de Sucre es el poblado sobre tierra firme más cercano al complejo de Islas. Entre 1997 y el 2000 el Bloque Montes de María perpetuó masacres y asesinatos selectivos (http://rutasdelconflicto.com/busqueda.php?clave=san+onofre&Buscar=Buscar) en diversos corregimientos del lugar; Puerto de Verrugas donde se puede tomar una lancha hacia la islas de Boquerón, fue testigo de cómo éste grupo armado se tomó el billar principal del cual hicieron su centro de operaciones por más de dos años, según testigos. (http://rutasdelconflicto.com/busqueda.php?clave=san+onofre&Buscar=Buscar). Dicen que en las noches de fiesta, los de mayor rango requerían la presencia de las mujeres bonitas del lugar. Algunos de los niños que nacieron en ése lapso de tiempo llevan el peso de ser sus herederos.
Pero la apetencia por un pedazo de isla no solo ha tenido como competencia las familias desplazadas que renuncian a la idea de buscar seguridad continente adentro y recurren a la mar. De las Diez islas que componen el complejo, sobresalen por un aspecto paradisiaco Boquerón, Palma, Tintipán y Múcura. Cuenta Inés nativa del lugar que algunas de las otras islas son “inhabitables por el Jején”, se trata de un mosquito diminuto como una pulga y que pica tan duro como el abejorro. Sin embargo el resto de ínsulas es disputado por empresas turísticas, extranjeros y ciudadanos acaudalados principalmente provenientes de Antioquia.
No es para menos la disputa de sus playas, basta un snorkel un par de metros mar adentro para avistar peces multicolores, estrellas de mar y complejos arrecifes de coral rebosantes de movimiento y color, las payas son blancas y su arena es fina como azúcar refinada, las aves pasan gritando de júbilo como celebrando sus festines de pez, y el espejo de agua refleja los color del lecho marino. Un verdadero paraíso.
Quizá por eso, mucho antes de que Camilo Torres Martínez alias “Fritanga” fuera capturado en isla Múcura, ya Salvatore Mancuso era dueño de una propiedad del tamaño de trece veces Santa Cruz del Islote. Ya hace más de cuatro años que el extraditado jefe paramilitar prometió entregar como compensación a sus víctimas Club 100, su supuesta propiedad en Múcura donde años después Fritanga celebraría su boda (http://www.kienyke.com/historias/la-isla-de-la-fiesta-de-fritanga-era-propiedad-de-mancuso/) ahora la propiedad es custodiada por la armada y su limbo jurídico aún no se resuelve.
Gran parte de los problemas por la propiedad de la tierra en el archipiélago fueron potenciados por el mismo estado. El entonces Ministro de Agricultura Andrés Felipe Arias solicitó al hoy INCODER la recuperación de los predios ocupados por las comunidades de Múcura e Islas del Rosario alegando que son baldíos pertenecientes a la nación. Dicha solicitud culminó en el desalojo de comunidades tradicionalmente pesqueras en cuyo caso varias culminaron por asentarse en el Islote. Hasta allá fue el Escuadrón Anti Disturbios ESMAD con sus trajes y escudos con la convicción de recuperar predios “sí o sí” (http://www.eluniversal.com.co/cartagena/local/incoder-anuncia-que-recuperara-si-o-si-baldios-en-islas-del-rosario-82867). Uno de los argumentos para la recuperación de lotes vía desaojados fue la conservación por parte de la Unidad de Parques Nacionales, dice Rafael habitante del Islote y guía turístico en Múcura.
Desde Isla Palma hasta Múcura, sin olvidar Tintipan, se ve el vaivén de potentes lanchas turísticas, que llegan a lujosos hoteles en el archipiélago, las payas donde arriban son el escenarios donde gentes del islote se emplean como meseros y los pescadores venden en los restaurantes sus langostas a vente mil pesos el Kilo.
La lucha por un pedazo de suelo en las Islas de San Bernardo se bate entre la legalidad del Estado, la ilegalidad del Narco y la crudeza del mercado inmobiliario. En la actualidad un metro cuadrado rodea unos ciento veinte mil pesos según uno de los propietarios en Múcura, una la realidad que deben afrontar los isleños que cada vez son más y con menos espacio. Punta Faro, Punta Norte y Decameron son algunos de los grandes propietarios de las Islas de San Bernardo, sin dejar de lado el manojo de particulares que han adquirido tierra de descanso en éstas islas del Caribe.
A raíz del mercado de tierras, existe en la zona la figura del mejorador de predios, no es otra cosa que un sujeto que corta mangle , rellena con coral muerto, arena , un par de mejoras y listo, a la venta, no importa si el comprador es foráneo o aun nativo, el todo es que pague.
Cuando se le pregunta algún nativo si vive feliz en el Islote la respuesta es un inmediato sí, pese a tener que hacer sus necesidades en el mar y dormir casi sobre sobre su vecino. Sin embargo el turismo, la conservación y la compra indiscriminada de terreno sitúan las Islas del archipiélago en el marco de una economía de la escasez que han ido arrinconando una comunidad que se ancla mar adentro y que con cada vez menos frecuencia despide sus muertos de forma simbólica con cayuco cargado de enseres para emprender el largo viaje al otro mundo.
