El tercer grupo de víctimas arribó el pasado miércoles 1 de octubre a La Habana en horas de la tarde, luego de acomodarse en las cómodas habitaciones del Hotel Panorama, sostuvieron la primera reunión con los anfitriones para conocer las reglas acordadas para la reunión del 2 de octubre.
La delegación estuvo integrada por personas muy conocidas en Colombia como la ex candidata a la vicepresidencia de la República por el Polo Democrático Alternativo (PDA) Aida Avella; el gobernador del Meta, Alan Jara; el general Luis E Mendieta y el líder indígena Juan Carlos Arias, entre otros.
De las intervenciones en la Mesa de estos delegados, con la excepción del general Luis Mendieta, todos hicieron sus reclamos a las partes, por los daños sufridos, pero la iracunda intervención del uniformado, contra la delegación de las FARC-EP denotó tal encono y odio, que lejos de contribuir a un clima de reconciliación y perdón, como lo han sido sus predecesores, él se mostró como un ácido partidario de la guerra y contra el cese bilateral de fuego, lo cual se contraponía a las posiciones de sus compañeros de delegación, quienes en su absoluta mayoría estuvieron a favor del silencio de las armas.
Mendieta reclamó airadamente el carácter de secuestrado, un estatus que no se aviene a su carácter militar, capturado en combate, luego del ataque de una columna de las FARC a su unidad, en Mitú, capital del departamento de Vaupés, en los llanos orientales. Sin embargo, pese a las acusaciones de violaciones a los derechos humanos, que le imputaban pobladores de Vaupés y de su capital Mitú, cuando ocupaba la jefatura de la Policía Nacional en esa zona, la insurgencia respetó su vida y no le hizo un juzgamiento por esas denuncias.
Que el Estado colombiano no admita, el estado de beligerancia, lo cual le exime de aplicar los acuerdos de las Convenciones de Viena y Ginebra, en su conflicto armado social y político interno, no puede ser esgrimido como pretexto para presentarse como lo que no es. El general Mendieta es un prisionero de guerra. Si pasó siete años en la selva en condiciones duras y adversas, él como buen militar debe saber, que en una guerra las condiciones de vida del cautivo y del propio guerrillero en el monte son severas.
Si a alguien debe reclamar el general Mendieta, no es precisamente a las FARC-EP por haberlo mantenido durante siete años como prisionero, tampoco ahora al gobierno de Santos, por iniciar los diálogos de paz, más bien debe reclamarle al expresidente Álvaro Uribe Vélez, que se negó al intercambio humanitario, que le propuso las FARC, en el año 2004, también al Alto mando militar de aquella época que se oponía a cualquier negociación con la guerrilla, especialmente la de un intercambio de prisioneros militares.
La actitud del general Mendieta en la Mesa, fue más bien la de un portavoz de los que siguen considerando que la solución no es política, son abanderados de mantener la guerra, no importa la montaña de muertos que haya que poner en este conflicto que ya tiene cerca de 65 años, en definitiva los muertos son soldaditos, sargentos y suboficiales, guerrilleros, hijos de obreros y campesinos y una población civil inerme víctima del conflicto.
- Politólogo, periodista y analista internacional cubano.