La inviabilidad del sistema pensional
Opinión

La inviabilidad del sistema pensional

¿Habrá un sistema pensional más inequitativo que el colombiano?

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febrero 16, 2020
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Pocos sistemas pensionales en el mundo son más inequitativos, y por ende menos sostenibles, que el colombiano. Hace unas semanas, el economista Sergio Calderón, en su columna en Portafolio, señalaba: “Como para que los encapuchados entiendan el meollo: Colpensiones recibe un peso de sus aportantes, pero las pensiones del sistema de reparto le exigen girar cuatro más. Y todos salen del presupuesto de la Nación. Y, para que sigan protestando, pero contra la permanencia del sistema, la mayor parte del subsidio se la lleva el grupo de altas mesadas. Cada pensionado ha aportado unas 60 mesadas durante toda su vida laboral. Pero recibirá, antes de su muerte, cuando el cónyuge supérstite heredará el flujo de caja, unas 200 mesadas, si es hombre, y unas 300, si es mujer.”

Hace cerca de ocho años, el autor de esta columna redactó una sobre el sistema pensional colombiano, basada en una alegoría que había desarrollado el economista holandés Jan Pen. Con unos leves cambios actualizando las cifras, se reproduce dicha columna:

En nuestro desfile, cuya duración sería seis horas y tendría lugar en la Plaza de Bolívar, asumimos que el colombiano medio mide 1,6 metros y su ingreso promedio anual (de acuerdo con cifras de The Economist) es de $19.800.000 (US$6.300). Para resaltar las diferencias de ingresos, en vez de billetes, utilizaremos variaciones en la altura promedio de 1,6 metros; y el tiempo que duren los pensionados desfilando representa el número relativo, de cada grupo, en el total de los participantes.

De las 4’630.100 personas en edad de pensionarse, arrancan el desfile los 3,3 millones de colombianos que no tienen pensión. Los ingresos de estos desdichados no pasan de los $50.000 mensuales, menos de un dólar diario, siendo sus entradas 33 veces menores que el colombiano medio. Por ende, su tamaño relativo es de sólo 4,85 centímetros, menos de la mitad de una botella de gaseosa. De las ‘Seis Horas’, este grupo va a desfilar más de cuatro horas. Los espectadores, extenuados de ver estos diminutos compatriotas, y faltando larga para finalizar el evento observan que se une al desfile un grupo de 1’300.000 personas cuya pensión promedio ronda el salario mínimo, es decir, $980.000 mensuales, $11.760.000 al año. Al ser el ingreso de estos pensionados más o menos la mitad del ingreso promedio del colombiano, su estatura es solo 80 centímetros (el tamaño de un niño pequeño).

Quedando solo dos minutos con 22 segundos, la emoción invade el Autódromo cuando entran en pista los más favorecidos (en su totalidad compuestos por funcionarios de nivel alto del Estado), cuyas pensiones rondan los $4 millones mensuales, o sea $48 millones anuales. Estos afortunados, cuyo número es 27.000, miden cuatro metros y medio centímetros (la altura de una casa de dos pisos) desfilan durante dos minutos.

Con solo 17 segundos para terminar el desfile empiezan a pavonearse, ante los delirantes aplausos de todos los asistentes, los verdaderos privilegiados de esta nación: los exrepresentantes, los exsenadores y los exmagistrados que, indistintamente cuánto tiempo hayan permanecido en sus cargos, disfrutan a los 60 años de jugosas pensiones, cuyo promedio anual es $240 millones, pensión que es 12,4 veces mayor que el ingreso promedio del colombiano. Estos gigantes miden veinte metros cada uno (equivalente a un edificio de ocho pisos) y al ser solo 3.000 privilegiados, galopan raudos y veloces en escasos 13 segundos.

El plato fuerte (los auténticos ‘cacaos’ del sistema pensional) vienen de último y sólo duran 4,2 segundos recorriendo el trayecto. Su número es cercano a las 100 personas y está compuesto por los expolíticos y exmagistrados que con base en argucias, triquiñuelas y otras oscuras maniobras han logrado elevar sus pensiones a cerca de $40 millones mensuales, $480 millones anuales. Estos ingresos, 26,7 veces mayores que las del colombiano medio (40 veces más que la pensión mínima), los coloca a una altura de 42,7 metros (la altitud de un edificio de 17 pisos).

 Los espectadores están anonadados: en seis horas han visto pigmeos de 5 centímetros y gigantes de 43 metros. Para el economista argentino Martin Lousteau, “ahora se entiende por qué a algunos les cuesta tanto ver lo que pasa allá abajo…”. La inequidad para los ‘gigantes’ pasa inadvertida porque desde un piso 17 es casi imposible distinguir un gnomo de 5 centímetros. ¿Habrá, lector, un sistema pensional más inequitativo que el colombiano?

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