Tras el cobarde asesinato del presidente de Haití, Jovenel Moïse, ocurrido la noche del 7 de julio de 2021, las indagaciones basadas en los primeros sospechosos, 26 exmilitares colombianos ya detenidos, apuntan hacia la existencia de un novelón, al buen estilo de las producciones mexicanas, venezolanas o colombianas.
Parece ser que, después del diseño del guion, al director de la telenovela, como siempre ocurre, se le dio por incluirle la trama típica de esos melodramas de la pantalla chica y la cual las hace más creíbles o receptivas ante la tele audiencia caribeña: el engaño o traición.
Pues no solamente los coprotagonistas colombianos salieron a decir que fueron engañados, sino que también hizo lo mismo el pastor para el que supuestamente hicieron el "trabajito" y a quien, según la policía haitiana, los colombianos en el papel de antagonistas, lo llamaron por teléfono apenas se concretó el magnicidio. Incluso, como los colombianos, él también tiene quien lo defienda o hable bien de él al punto de que confían en su verdad o inocencia.
Así las cosas, nadie pone en duda ahora que, de la misma manera, se defenderán los otros protagonistas, como por ejemplo: el representante de la empresa de seguridad que pagó los tiquetes aéreos de los colombianos desde Miami, Estados Unidos, un tal Tony Intriago.
Además, aparecen otros actores secundarios como un venezolano, amigo del Tony y de dos "ilustres" políticos más de Colombia, a quienes todo el mundo ya los conoce y saben a quiénes me refiero, por cuanto uno "mueve" al mundo y el otro lo entristece cada vez más.
En resumen, el novelón no solamente seguirá la inesperada trama, sino que también buscará conseguir lo que siempre hace: llevar a los televidentes a concentrarse en el artificio de la historia, para que juzguen después el papel de cada protagonista y no se sientan ni pizca de engañados, aunque la esencia de la política de la trama es esa, ponernos como a unos pendejos mamertos bobos, muertos por una intriga ficticia.
