Actualmente, se hace evidente la poca conexión que existe entre las distintas ramas del saber y que la formación tradicional ha inculcado el estudio de las disciplinas. Esto se hace evidente en el transcurso de la historia, donde los intelectuales colapsaron las disciplinas académicas y se cayó en la hiperespecialización, donde cada una se encerró en sus propias problemáticas y se dedicó a producir conocimientos detallados e irrelevantes que nunca se constituyen en una preocupación o en una solución real a los líos que aquejaban la sociedad.
Según la Cepal-Onu (2003). “Los problemas modernos deben estudiarse desde varias disciplinas y conformando equipos, para obtener soluciones integrales, dado que ninguna disciplina, por separado, puede dar resultados por sí mismas (García, s.f.). Los equipos interdisciplinarios pueden aportar muy poco, si contribuyen únicamente con una visión técnica, sin integrar su conocimiento con las demás disciplinas".
Hoy en día se vive el mismo problema en la educación: algunos profesores abordan las materias solo desde su disciplina y conocimiento, y no hay un mínimo interés por dialogar con otros saberes y lograr una formación integral. Sin embargo, la educación en sí misma se debe concebir como un cuerpo que necesita articular diferentes sistemas (asignaturas) para que funcione correctamente y se cumplan los fines establecidos.
Por lo tanto, se propone una visión holística del saber que se relacione con la formación integral del sujeto, que tenga como base la interdisciplinariedad como la vinculación de varias asignaturas para que el estudiante puede adquirir un conocimiento integral apoyado en la didáctica. Esto para que aprenda con mayor facilidad, pueda ser creativo e innovador, y ponga a prueba su ingenio en la vinculación de las diferentes áreas de conocimiento.
Ahora bien, logrando esa integralidad del saber a partir de la interdisciplinariedad, es importante utilizar ese conocimiento para resolver problemas y tener una responsabilidad social, lo que significa el reconocimiento del aporte que puedo hacer desde el propio saber a esos problemas. Para esto hay que construir puentes a través del trabajo interdisciplinario:
La complejidad del mundo contemporáneo requiere de manera urgente que las necesidades del ser humano y sus desafíos sean contempladas e integradas por la educación, con la finalidad de aportar en la búsqueda de soluciones concretas. Habitualmente se señala que la educación debe preparar para la vida, lo que implica no abordar los problemas desde una perspectiva disciplinar, esto es, a partir de una única disciplina, sino más bien, a través de un proceso interdisciplinar (Ander-Egg, 2003).
Retomando la idea del conocimiento interdisciplinar como respuesta a las problemáticas sociales, una competencia que se debería desarrollar en la educación colombiana (a nivel de básica, secundaria y universitaria) es la resolución de problemas, no limitándose a los de tipo disciplinario, que no aportan nada a la sociedad y que no producen respuestas ni conocimientos inútiles. Un claro ejemplo es la prueba de Estado, en la que los estudiantes han desarrollado la competencia de contestar preguntas de este estilo y de resolver problemas descontextualizados con la realidad, que no aportan a la formación de ciudadanos comprometidos, cuando lo que se necesita es personas competentes para resolver problemas concretos.
Una cita que resume lo que se ha problematizado y dicho hasta el momento es la siguiente:
En el campo de la educación, los problemas de naturaleza interdisciplinar constituyen una oportunidad para educar a niños y jóvenes en una perspectiva no fragmentada del mundo con responsabilidad social y medioambiental, por ejemplo. La mayoría de los grandes problemas sociales de la actualidad (inmigración, marginalidad, educación, delincuencia, medio ambiente, urbanismo), necesariamente deben ser abordados a través de estudios interdisciplinares y, en ese contexto, una pedagogía interdisciplinaria busca profundizar en los procesos de enseñanza y aprendizaje con el fin de que los estudiantes adquieran una mirada holística de los fenómenos complejos tanto de la naturaleza como de la sociedad (Karppinen, Kalluki y Komulainen, 2017)
¿Pero cómo lograrlo?, ¿cómo la interdisciplinariedad se constituye en una solución real a los problemas sociales?, ¿cómo formar ciudadanos comprometidos y con responsabilidad social?
En primer lugar, es fundamental huir de la individualidad y del sistema de clases dominantes que ha fomentado el individualismo; ha sectorizado la sociedad por estrato;, ha clasificado a las personas entre negros y blancos, entre ricos y pobres, ha divido la academia por cursos, asignaturas, facultades, departamentos, maestrías, posgrados, técnicos y tecnólogos; ha polarizado la sociedad entre los de izquierda y los de derecha; ha clasificado las ciencias entre blandas y duras. Como resultado de estas contraposiciones y divisiones, cada vez se está cayendo en una profunda decadencia.
"La interdisciplinariedad si no ha muerto está en coma". Hasta la misma interdisciplinariedad se ha segmentado. De hecho, existen muchas tipologías, como autores, lo cual se constituye en algo problémico en su distinción y la delgada línea de diferenciación entre sus conceptualizaciones. Es un juego lingüístico con base en prefijos y raíces griegas y latinas que dan lugar a una jerarquización en la que encontramos: la multidisciplinariedad, la pluridisciplinariedad y la metadisciplinariedad. Estas divisiones suelen ser confusas y la misma interdisciplinariedad puede caer en el juego de la hiperespecialización que tanto se critica. En otro orden de ideas, la interdisciplinariedad debería abordarse desde un concepto global e integrador que aborde estas categorías, dejando a un lado las contradicciones, el ego, el deseo del prestigio, la distinción entre ciencias blandas y duras, entre otras.
En este sentido, en la interdisciplinariedad debe primar el diálogo, el respeto, la humildad, el deseo de aprender, etcétera. En resumidas cuentas, implica pensar colectivamente a nivel cognoscitivo y disciplinar, tal como lo afirma Polo (1993): “Un ser humano reducido a sí mismo es, simple y llanamente, un individuo vuelto de espaldas a su especie, que orbita en torno al egoísmo” (p. 194).
En segundo lugar, es esencial aprovechar las bondades que nos brinda el concepto de interdisciplinariedad llevado al campo del saber y la práctica como lo son:
1. El diálogo intenso entre un equipo, ya que cuando no hay debate y aprendizaje mutuo se constituye en un trabajo multidisciplinario.
2. El aprendizaje mutuo en el que cada quien enseña y aprende del otro.
3. Abordar los problemas a partir de un compromiso colectivo en favor de la sociedad, no con el fin de lograr prestigio individual o disciplinar.
4. Utilizar el conocimiento de cada participante para la creación de un lenguaje colectivo que aporte a la resolución de problemas.
5. Comprender los problemas como algo complejo que no se puede resolver desde lo individual o desde una disciplina concreta sino desde el trabajo, la cooperación y unificación de términos en pro de una meta común.
6- Se necesita humildad en el saber que se necesita de otros para comprender lo complejo.
En tercer lugar, es vital a contemplar la educación desde lo integral, con una visión holística del saber donde no haya divisiones, segmentaciones ni contiendas, sino más bien una construcción colectiva, una disposición por la convivencia disciplinar. A la larga, una unidad que facilite el desarrollo más armonioso y amplio de cada disciplina, y que permita la solución a los problemas inherentes al desarrollo de la sociedad.
Es irónico que la práctica interdisciplinar en el campo militar y tecnológico haya dado frutos positivos, pero tan nefastos para la humanidad como lo son las guerras, las batallas científicas y que alienan a las personas con aparatos tecnológicos frutos de la cooperación disciplinar. En este sentido, la universidad y la escuela deben ofrecer un enfoque sistémico que unifique los diversos aportes en la búsqueda de soluciones de fondo a problemas como la corrupción, el sistema precario de la salud, la pobreza, la ignorancia, el individualismo, la polarización en el ámbito político, el cambio climático, el hambre, el desempleo entre otros, que no solo se presentan en Colombia, sino a nivel mundial.
Cuando se habla de un enfoque sistémico en la educación colombiana se trata de instituciones en las que todos los saberes tienen relación entre sí, donde hay una unidad conceptual en las prácticas, ya que una escuela o universidad sin unidad o segmentada, acaba siendo una institución clasista, desconcertante, inútil para un pueblo.
Por otro lado, es importante dar un lugar al currículo en la interdisciplinariedad en los profesionales en formación y a los docentes de educación inicial, básica y secundaria, ya que son la cuna de todas las profesiones y si se enseña ese concepto dentro de la universidad fácilmente lo podrán replicar y hacer entender a sus estudiantes dentro de sus prácticas pedagógicas. Un ejemplo en la educación inicial consiste en segmentar la enseñanza por dimensiones y no hablar de una dimensión integral donde la que se trabajan mediante un método holístico, ¿por qué segmentar las ciencias naturales en física, química y biología o humanidades en sociales, español y filosofía (donde cada una parecen islas y cuando se relacionan se hace para imponerse las unas sobre las otras)?, ¿por qué limitar la relación interdisciplinar al desarrollo de un proyecto transversal esporádico (si se pueden integrar las diversas áreas de saber cómo un sistema de cooperación donde todo tiene una importancia —disciplina—, todo tiene una relación —abordaje de un tema o problema desde los distintos campos del saber— y todo tiene una finalidad —fines de la educación, institucionales y colectivos— que ayudan en la búsqueda de una mejor sociedad?
Como conclusión, es importante reconocer que los problemas que enfrenta la humanidad obligan a estudiarlos desde la interdisciplinariedad, no desde la pluri, multi, meta sino como un todo, que demanda las potencialidades y conocimientos humanos, enfocándolos como complejos y no parcelas de realidad que pueden ser estudiados por medio de una disciplina, a partir una visión integral e interdisciplinaria para resolverlos, que plantea que genere cambios en la educación y la investigación desde nuevos enfoques inter y transdisciplinarios.
Además, se debe reconocer la importancia de formular un enfoque para la educación basado en la interdisciplinariedad que, además del crecimiento cognoscitivo, busque el desarrollo humano integral, que forme no solo estudiantes con habilidades de pensamiento sino en valores solidarios y cooperativos. La interdisciplinariedad concebida en la educación ofrece la generación de un pensamiento flexible, el desarrollo y la mejoría de habilidades de aprendizaje, y facilita la comprensión del conocimiento y del mundo que lo rodea, no ofreciendo parcelas de realidad sino un procedimiento holístico. Así mismo, también contribuye a afianzar valores en profesores y estudiantes como: la flexibilidad, la confianza, intuición, el pensamiento divergente, sensibilidad, respeto por la palabra y por la diversidad, la humildad, la escucha y sobre todo la cooperación en la construcción de una mejor sociedad y en la resolución de problemas de la misma .