Y continúa el debate sobre vida o economía. Pero en un país emergente con altos índices de informalidad, no hay nada que hacer, a pesar de que un sector de la opinión se muestra preocupado porque podría generarse un nuevo brote del virus, cuando se levante a corto plazo la cuarentena, con el objetivo de que la economía salga de su letargo por causa del COVID-19, a la sociedad colombiana le llegó el Día D para probar nuevos usos y costumbres. La inteligencia no se puede aislar.
Entre tanto, para otra parte de la población hay un panorama perturbador, me incluyo, y es el alto porcentaje de personas rebuscadoras, además de los nuevos desempleados quienes ya no dan más y empiezan a salir a las calles a realizar protestas por falta de recursos para comer, personalmente hay un caldo de cultivo para un estallido social, que en Estado de Emergencia no sería conveniente, porque hay vidas de por medio.
El gobierno nacional debe ser más audaz porque no puede seguir alargando la cuarentena obligatoria arriesgándose a problemas de orden público, porque si se le presentan brotes de violencia por hambre, no puede ser que su única respuesta sea el Esmad.
Por tal motivo, no se le pueden dar más largas al tan criticado “aislamiento inteligente”. Nos llegó la hora de aprehender e implementar sobre todo en la vida real nuevos hábitos. El teletrabajo a las malas tuvo que ser asimilado por el sector productivo, es decir, aquellos arcaicos que piensan que el empleado debe estar toda la jornada laboral de manera presencial, deben cambiar su proceder. Porque el teletrabajo llegó para quedarse, es más, me llegan conceptos de personas que están en esta modalidad que hasta para ellos les resulta más exigente.
En cuanto al transporte masivo en su conjunto deben llevar a cabo procesos serios de desinfección con cápsulas y limpieza extrema porque el virus no se irá en 15 o 20 días, eso hay que tenerlo claro. Y para los usuarios viene el reto de la distancia social, usar tapabocas, guantes, antibacteriales y demás mecanismos de protección.
Para el sector comercio y servicios altamente golpeados por la emergencia, las aglomeraciones y eso de creerse exitosos por los tumultos de gente en sus establecimientos, pues nada, deben adelantar planes y programas para evitar posibles contagios.
Para la ciudadanía no queda más alternativa que el autocuidado, el consumo responsable, la distancia social, la higiene; además de la empatía y la solidaridad como escenarios para lograr salir de la complicada situación que se avecina en materia de salud física y mental.
Finalmente, del comportamiento de la gente en su cotidianidad depende mucho el devenir positivo y la salida a esta emergencia, porque ni al Estado, ni mucho menos a los gobiernos se les deben endilgar todas las responsabilidades, porque en los pequeños detalles también están los problemas y las soluciones. Si no aprendemos de esto, que entre el diablo y escoja.