La inteligencia artificial de Petro

La inteligencia artificial de Petro

En su visita a Dubai, Petro mostró su "inteligencia superior" al hablar sobre IA y medio ambiente, una típica mezcla de ideas mágicas y polémicas reflexiones

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febrero 13, 2025
La inteligencia artificial de Petro

En su reciente viaje a Dubai, para participar en el foro mundial sobre inteligencia artificial en la cumbre mundial de gobiernos, el presidente Gustavo Petro hizo tal derroche de conocimiento y exhibición de intelecto que dejó ver la profundidad de su pensamiento, como lo sentiría Gustavo Bolívar, quien lo ama por su mente, por su alma, por su espada, la de Bolívar, y por sus banderas, las del M 19 izadas hoy desde la cochinchina hasta muy cerca de la Patagonia. Petro puede ser su musa a la hora de producir narconovelas, a pesar de que están seriamente en peligro por cuenta de los ratings de los realitys ministeriales. Es su inspiración en una confusa mezcla de tres de las musas hijas de Zeus y de Mnemosine, Clío la de la historia, que produce en Petro una extraña versión revisionista, Talia la de la comedia y Melpómene la de la tragedia, porque en todo caso ni por asomo le llega Calíope la de la retórica y la poesía.

Bolívar adora a su tocayo por ese “conjunto de habilidades cognitivas y conductuales que permiten la adaptación eficiente al ambiente físico y social” que, según Google, es la inteligencia, la cual dejaría pálida la minerva de presidentes como Simón Bolívar, Rafael Núñez o Carlos Lleras Restrepo, para poner unos connotados ejemplos. Petro es su ídolo por su inteligencia, aunque no tanto por la emocional, por su entendimiento y su raciocinio sinigual. Como gran aporte a la humanidad, Gustavo Petro hace un descubrimiento digno de una inteligencia superior, al decir, desde lo que llama “Nube algorítmica del pensamiento humano”, que es fundamental articular los efectos económicos y sociales de la Inteligencia Artificial. Y que si no se regula, esta terminará por desplazar masivamente a la especie humana y, según esta visión preclara, desplazaría también a la Colombia Humana.

Su ideario sobre la Colombia profunda es la principal razón por la que Bolívar lo venera, porque sus niveles de profundidad superan de lejos la realidad. Su inteligencia es lo más acorde con el realismo mágico y su contrainteligencia artificial es la que lo hace ver visiones como la magia de Armando Benedetti, hasta el punto que visionariamente ha llegado a sentirlo como la propia reencarnación de Jaime Bateman, aquel legendario líder del M 19, cuyo seudónimo era “Pablo”, quien se inventó la socialbacanería como una alternativa para buscar la revolución en medio de la rumba, la marihuana y otros placeres, después de haberse alzado con unos buenos bultos de dinero de las FARC para montar su fallido proyecto de sancocho nacional y ejercitar su estruendosa sagacidad publicitaria. No es nada alucinante aterrizar en este tipo de semejanzas.

Es esa inteligencia por encima de los niveles de la razón la que lo muestra en algunos momentos como enajenado o en estados levitantes que lo presentan desorbitado y que se evidencian cuando se le pega la lengua y no logra arrastrarla con las eses prolongadas para significar énfasis o cuando sustituye consonantes como la d por la t al pronunciar palabras planas que a su leal saber y entender deben adquirir dimensiones mayúsculas, tipo humanidat, sociedat o solidaridat. A algunos le parece inteligencia suprema la de contarle al mundo que la inteligencia artificial debe servir para descarbonizar el mundo, una perorata que parece más el resultado de una especie de complejo de culpa por haber carbonizado, literalmente, a los magistrados, en sus aventuras “locas” como las llamaría Petro, cuando la guerrilla del M- 19 decidió ser coprotagonista de la masacre del Palacio de Justicia en 1985, en contubernio con el otro Pablo que necesitaba esfumar expedientes y patrocinó la operación suicida, homicida y genocida con dimensiones de holocausto y no precisamente con fuegos artificiales.

Un hecho del que no debe sentirse muy orgulloso el presidente aunque nunca se le ha escuchado condenar la criminal acción de su organización que terminó por calcinar a algunos de sus profesores de El Externado, a quienes no se les dio la segunda oportunidad que se pide para Benedetti y sí se les aplicó sin piedad la pena capital con energías sucias, extraídas del blanqueamiento de dineros de la droga. Capitales mal habidos, obtenidos en laboratorios emisores de CO₂ donde se generaba mayor productividat con el tráfico del “oro blanco”, que a su juicio, como al de Carlos Lehder en su agosto hace más de 30 años, debe sustituir el comercio del “oro negro”, así se ponga en peligro la Amazonía humana. Esa inteligencia sin par coloca a Petro en un mundo mágico como en Disney, donde puede fungir de Gruñón, con ira y todo, al lado de Papá Pitufo, para revelar que el capitalismo produce mercancías y ganancias hasta el infinito y mas allá, al estilo agitacional de Buzz Lightyear, el muñeco de Toy Story.

Esa inteligencia macondiana del último Aureliano casi se refunde con la de Perogrullo cuando Petro propone en Dubai que la humanidad debe encontrar un equilibrio entre el aumento de la productividad impulsado por el uso creciente de la tecnología de la IA. Semejante afirmación en la meca del capitalismo moderno, prácticamente queda de la estatura de la inteligencia artificiosa de Laura Sarabia cuando dice que “partiendo de los sucesos y la coyuntura que hemos en vivido los últimos días toda la asistencia y la atención humanitaria debe ser una de las prioridades de las agendas, no solamente de un país como Colombia sino de toda América Latina y de muchos países en el mundo que hoy van a estar atentos a esta coyuntura de lo que es la inmigración”.

Remata la novel canciller con inteligente frase, que parece más bien libreteada por Bolivar con argumento de Benedetti, que se trata de ver “Cómo realmente entre todos combatimos este fenómeno, en el cual no solo va a ser un tema de recibir o no connacionales en nuestros países, sino cómo vemos que esto no se afecte en materia de productividad, en materia de pobreza, en materia de empleo. Creo que se vienen grandes retos no solo para le región sino para muchos países en el mundo en esta coyuntura”. Los discursos artificiales y los incendios en las relaciones internacionales reflejan que la inteligencia de Petro no es pandita, que por algo dice que estudió en el mismo Colegio de Gabriel García Márquez, es decir que tiene talla de nobel, y que su profundidad da para descubrir hasta la magia de Benedetti, sin ningún pudor. No es lo mismo un político costeño que uno cachaco porque en cachacolandia les dio por llamar peculado al rebusque, diría Benedetti.

El hecho es que la inteligencia desbordada puede rayar con lo artificial y en ese mundo entre realidad y magia se encuentran Bolivar, Benedetti y Petro. Escenario inmundo para la vicepresidente Francia Márquez en el que no cabe Augusto Rodríguez, quien siente que gracias a sus revelaciones sobre Papá Pitufo y su relación con Gruñón y con Gárgamel, el malo en Los Pitufos, y seguramente con quien sería la Pitufina por simbolizar la lujuria aunque sus encantos sean ocultos, debe comenzar a escribir su autobiografía con un título premonitorio que ojalá no lo obligue a plagiar el de “Crónica de una muerte anunciada” porque ya advirtió que no está deprimido, ni acostumbra a hacerse daño y que goza de buena salud, para remembrar al coronel Oscar Dávila, que pareció suicidado en el caso pitufiano de las maletas con dólares, empleada doméstica con polígrafo y viajes a Caracas en avión privado, orquestados por Gárgamel. 

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