La instrumentalización comunista de la protesta social

La instrumentalización comunista de la protesta social

"A las pandillas marxistas poco les interesa que la movilización busque reivindicaciones, pues lo que les importa es usar a los protestantes para lograr su proyecto dictatorial"

Por: Ariel Peña González
septiembre 29, 2020
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La instrumentalización comunista de la protesta social
Foto: Nelson Cárdenas

Decía el gran escritor Albert Camus (Premio Nobel, 1957): “En estos momentos están poniendo bombas en los tranvías de Argel. Mi madre puede estar en uno de esos tranvías. Si la justicia es eso, prefiero a mi madre”. Las anteriores palabras las traemos a colación por los hechos ocurridos el 9 y 10 de septiembre, especialmente en Bogotá, en los que los grupos terroristas del Eln y las Farc (disidencias) han reivindicado su participación; lo que es un ultraje a la protesta social, que debe de ser pacífica, democrática y pluralista, rechazando cualquier forma de manipulación política partidista que se quiera hacer de la misma.

La movilización social dentro de la democracia tiene que ser también autónoma. La constitución es clara en el artículo 37, que dice: “Toda parte del pueblo puede reunirse y manifestarse pública y pacíficamente”. En razón de lo cual cuando participan bandas armadas narcoterroristas en el vandalismo y asaltando los derechos de los demás ciudadanos, lo lógico es que las autoridades actúen en consecuencia; en vista de que a las pandillas marxistas poco les interesa que la movilización busque reivindicaciones para el pueblo, pues lo que les importa es usar a los protestantes (que en la mayoría de los casos lo hacen de buena manera) para sus intereses abyectos de un proyecto político dictatorial.

Dirigentes comunistas en Colombia hablan de una supuesta teoría sobre un “enemigo interno”, lo que se queda corto, dado que el engendro marxista-leninista no solo es enemigo de una nación en particular, sino que lo es de toda la humanidad. Y lo estamos viendo con el COVID-19, cuya responsabilidad en la expansión por el mundo y sus consecuencias calamitosas para los habitantes del planeta es del partido comunista chino; amén de que el marxismo-leninismo es culpable del asesinato de 140 millones de personas en el último siglo, lo que demuestra que sin lugar a dudas el comunismo es enemigo de la especie humana.

Ahora bien, los llamados grandes medios de comunicación eufemísticamente denominan desadaptados a grupos que no solo en sus actos violentos practican el vandalismo, sino además el terrorismo y que son adoctrinados por bandas armadas comunistas que en la mayoría de los casos han infiltrado las movilizaciones, pretendiendo su día de suerte para ver si hay una insurrección popular hacia la toma del poder, lo que se constituye en un método aventurero, buscando que haya víctimas mortales en los enfrentamientos para que ello se convierta en un motivo del levantamiento.

Adoctrinados por la ideología más genocida que se conoce en la historia, como es el marxismo, los llamados vándalos tienen el referente más cercano en el Che Guevara, el cual esbozaba las siguientes perlas: “Al enemigo hay que impedirle que tenga un minuto de tranquilidad, un minuto de sosiego, atacarlo donde quiera que se encuentre, hacerlo sentir como una hiena acosada” y “el odio como factor, el odio intrínsecamente al enemigo”. ¿Pero quién es ese enemigo para el comunismo? Pues toda la humanidad, claro que excluyendo a sus idiotas útiles y a los aliados de la lógica marxista que como ya sabemos se presentan con diferentes emblemas para embaucar a los incautos.

La defensa de las instituciones es fundamental para el bienestar de los colombianos, de ahí que hay que rechazar las acechanzas del totalitarismo que usando métodos terroristas busca crear el desconcierto en las movilizaciones populares, mediante la infiltración de individuos adoctrinados por grupos narco comunistas, llámense Eln o Farc, porque está demostrado históricamente que indudablemente el marxismo es intrínsecamente terrorista.

Eduardo Bernstein, dirigente socialdemócrata de la Segunda Internacional de los trabajadores en el siglo XIX, al desenmascarar lo que significaban los fetiches del materialismo histórico y la inevitabilidad del señor Karl Marx, pronunció la siguiente frase: “El movimiento lo es todo; el objetivo final no es nada”. Esto significa que la fórmula mágica del comunismo acerca de que después de soportar el “látigo sagrado” de un Estado totalitario y dictatorial bajo la férula marxista, no se sabe por cuántos siglos, se termina en el “paraíso”; semejante fantasía del idealismo ramplón fue combativa por Bernstein, quien apoyaba la permanente movilización de los trabajadores para mejorar su calidad de vida, diferente a lo que ocurre con el comunismo, que lo que busca con la protesta social es convertirla en una huelga general para asaltar el poder y así llevar a las masas a una esclavitud política eterna.

La incompatibilidad entre la auténtica protesta social por los justos reclamos y las intenciones oportunistas y totalitarias del comunismo es sus diferentes versiones no se presta para ninguna duda, a consecuencia de que los grupos de la denominada izquierda no respetan la autonomía de la movilización, porque por encima de las aspiraciones más sentidas de los demandantes priman los intereses políticos y burocráticos de la cáfila marxista.

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