Pablo Andrés Martínez, también conocido como Pablo “Watusi”, anda tranquilo en su vida bogotana por dos caminos distintos pero muy importantes. El primero es su actividad de “padre-profesional”, como dice, con sus tres “hermosos hijos” (Thomas, Martin y Vera). El segundo, y que vamos a desarrollar más en este modesto retrato, es su dedicación a la música bogotana, latina, independiente y al servicio de la comunidad.
Pablo no es nuevo en el mundo de la música. Durante casi doce años hizo parte de la famosa orquesta “La 33”, llevando la salsa bogotana a todos los rincones del país y del mundo. Desde hace poco, quiso apostarle a un nuevo periplo rítmico con otra banda: “Salsa’n Groove”. La idea de promover una música independiente y de identidad bogotana sigue en pie, pero esta vez con una mezcla entre ritmos latinos y música electrónica. El grupo crece poco a poco, le imprime su nuevo estilo a la escena musical y va a sacar su primer disco dentro de algunas semanas.
Más que solo un placer para los oídos, Pablo quiere que su voz y sus instrumentos proyecten un contenido social y político, con el fin de apoyar y contribuir con ideas de paz y de unión entre las comunidades. Es por eso que, con sus compañeros de Salsa’n Groove, aceptó la invitación de tocar en la décima Conferencia guerrillera de las FARC que se realizó del 13 al 19 de septiembre de 2016. “Al inicio, fue bastante extraño y sorprendente que nos invitaran” cuenta ‘Watusi’. Seguramente, la idea de tocar para la guerrilla, quienes han propiciado muchos años de guerra genera muchos sentimientos encontrados. Sin embargo, Pablo y sus colegas lo han visto como una oportunidad única para expresar su apoyo al acuerdo entre las FARC y el gobierno colombiano, al igual que fortalecer la esperanza para muchos colombianos de construir un país en paz.
La experiencia fue muy interesante y estimulante. Cinco músicos de la capital tocaron música “moderna” para guerrilleros, gente del campo y de la montaña quienes no están familiarizados con dicho “modernismo” y tecnología “occidental”. Las primeras reacciones a los sonidos de Salsa’n Groove fueron tranquilas y quizás tímidas, pero el concierto fue muy apreciado y la alegría compartida por todos.
Luego, Pablo participó durante algunos días en la organización y el entrenamiento del coro de las FARC. Muchos de ellos quieren aprender a leer partituras y pasar de las balas a otros argumentos, como los de la música.
Con esta experiencia Pablo dice que cambio de perspectiva, pues logró conocer el lado humilde y generoso de aquellas personas que por diferentes circunstancias tomaron el camino de las armas. Sin embargo, también reflexiona y sabe que hay mucho dolor tanto en los guerrilleros como en los campesinos que sufrieron la guerra. Pablo se lleva la imagen de un grupo organizado y con fuertes normas, sobre todo en cuanto a cuestiones como el lugar de la mujer y la igualdad. Pero más que nunca, Pablo ha sentido que se puede hacer música independiente, que transforme la sociedad y tenga muchos éxitos, como el pacifismo.
A pesar del resultado negativo del plebiscito del 2 de octubre el cual ha enfriado la alegría de Pablo y de muchos colombianos, él continúa motivado y no ha caído en la desesperanza. Al contrario, el voto fue una impulso a una implicación política aún mayor. Ya es parte de un colectivo llamado “Papa con Yuca”, que busca conectar la realidad social con el arte, Pablo decidió unirse a otros artistas para crear un movimiento aún más importante: Artistas y Paz. Con otros grupos, como los de Paz a la Calle y Acuerdo Ya, trabajan sobre acciones y propuestas muy concretas, políticas y culturales, para que Colombia siga en el camino de la paz.
El lunes 10 de octubre, organizaron una gran mesa de propuestas artísticas por la paz. El objetivo es fortalecer la estructura y poner en marcha varias acciones en corto tiempo. Dentro de poco, organizarán un pequeño torneo de Yermis comunitario, un juego tradicional de Colombia. La idea es llevar un bloque de artistas y hacer un performance de fiesta, hablar de la necesidad de acabar el conflicto ya, mientras preparan un sancocho comunitario para los asistentes. También participan los miembros de Artistas y Paz en otras actividades de mayor envergadura, con otros grupos, como las marchas por la paz.
Esperamos que esta iniciativa, como todas las que se organizan en el país, dé sus frutos lo más pronto posible. Hasta entonces, compartimos el deseo de Pablo: “El arte sigue siendo una espiritualidad para el alma de las personas. Somos artistas en asamblea permanente intentando hacer una terapia intensiva de esta nación. Tenemos que regalar un poco de amor, tranquilidad e ideas coherentes y de esperanza para ayudar a alivianar el dolor y la tristeza de tantos años de guerra por el pueblo colombiano”.