Atraco a mano armada de dos delincuentes a un grupo de adultos mayores en la quebrada La Yuca, contigua a la sede social de la Universidad de la Amazonía. Atraco también con arma de fuego, a un anciano en su almacén del barrio El Rosal. Atraco a un tendero del barrio, a transportadores y muchos atracos más están dando la sensación que la inseguridad a mano armada devora a Florencia.
De la Bella Villa que era La Puerta de Oro de La Amazonía, donde todos podían dejar las puertas abiertas y nada se perdía, se ha pasado a un estado de sicosis colectiva donde la gente se mantiene prevenida y se desconfía de todos porque el asalto viene de cualquier persona, en cualquier momento, a cualquier hora y en cualquier parte.
Es indudable que los niveles alarmantes de microtráfico que hay en la ciudad, son detonantes claves de la inseguridad, pero también es cierto que cualquier par de pelagatos en moto se están convirtiendo en la pesadilla de todos y la Policía muy pocas veces atina a detenerlos a tiempo; en esas condiciones, la ciudad está indefensa.
Otro problema de inseguridad que generan los habitantes de la calle, se presenta en los restaurantes a la hora de las comidas; ellos llegan a pedir y si los comensales no les dan, permanecen el tiempo que sea necesario parados muy cerca a sus potenciales benefactores, obligándolos a compartir la comida para dejarlos en paz. Si no lo hacen, el carro o la moto pagan las consecuencias.
Florencia no tiene el un censo actualizado de los habitantes de la calle; se sabe que en su mayoría vienen de los municipios del Huila cuyas autoridades los hacen abordar buses y los dejan en el primer puente a la entrada de la ciudad; de allí a ubicar las ollas es un paso y con las ollas ubicadas, viene la tarea de conseguir dinero como sea para satisfacer la adición.
Las cajillas del agua a la entrada de las residencias, cualquier cosa metálica, incluidas las barandas que dan seguridad a los ante jardines, el cable de la energía, un control remoto, el celular del ciudadano descuidado o cualquier otro objeto al alcance desde una ventana; las motos y los carros que si no se los roban los desvalijan; es decir, la inseguridad es un monstruo de mil cabezas que se está tragando a Florencia y nadie se atreve a detenerlo.
Los ciudadanos votaron masivamente por el candidato del Centro Democrático, con la esperanza de acabar con la inseguridad en poco tiempo; a un poco menos de dos meses de su mandato aún no se ven medidas efectivas para contrarrestar este flagelo. Tal parece que le dejaron una administración sin las herramientas necesarias para trabajar, pero la comunidad ya no da espera y si no encuentra respuestas inmediatas, lo más seguro es que tome la justicia por su propia mano, como ya está ocurriendo en ciudades azotadas por la delincuencia como Cali y Barranquilla.
Lo que la gente no sabe es que el alcalde de Florencia Andrés Mauricio Perdomo ya tomó varias decisiones importantes: constituyó el pacto “Ni una invasión más”, y con eso detuvo en seco la toma ilegal de predios que era el pan de cada día; decretó la calamidad pública que le permitió solucionar el problema económico de los bomberos, conjurando la crisis de los incendios forestales. Además, reactivó la cuarta etapa de la Urbanización La Gloria en donde se inició la construcción de 850 viviendas gratis. Pedir más en solo dos meses es demasiado, pero la gente que es impaciente quiere más, esperamos que el mandatario continúe por la senda por donde comenzó y ante todo, le ponga el ojo y la mano al problema de la inseguridad.
