Hace un par de días, la senadora Claudia López, la parlamentaria más destacada del Partido Alianza Verde, informó a la ciudadanía a través de redes sociales, y en Caracol Radio, que “Quiero a Peñalosa como amigo, pero prefiero a Pardo como Alcalde”, frase que sintetiza su respaldo a la campaña del candidato por la coalición entre el Partido Liberal y el Partido Social de la Unidad Nacional.
Es conocido que apoyé a Claudia en su aspiración al senado y que ella apoya mi candidatura a la JAL de Santa Fé, en Bogotá, igual que lo hace con centenas de candidatos en distintas plazas electorales del país. También que defiendo su trabajo legislativo por su disciplina y preocupación por los temas de Estado antes que los políticos. Por eso hoy he recibido varios mensajes preguntándome si también prefiero a Rafael Pardo como Alcalde.
Este artículo parte de una serie de reflexiones sobre las cuatro candidaturas más opcionadas para quedarse con la Alcaldía de Bogotá, y tiene la finalidad de comentar lo que pienso sobre el punto de seguridad en el programa de gobierno del exministro de Trabajo, cuya gestión en esa cartera fue magnífica.
El decreto 356 del 11 de febrero de 1994, también conocido como “Estatuto de Vigilancia y Seguridad Privada”, fue el marco jurídico para la constitución de las Cooperativas de Seguridad “Convivir”. El 21 de noviembre de 2013, un fallo del Consejo de Estado (No. Radicado 29764) determinó que dichas asociaciones contribuyeron al fomento de la violencia en el departamento de Antioquia y que el Estado colombiano se hizo el de la vista gorda ante las acciones delictivas que cometieron estos ejércitos privados, conformados bajo el amparo de la Ley.
En dos ocasiones, el profesor Juan Diego Restrepo, de la Universidad de Antioquia, se ha dirigido al Doctor Rafael Pardo Rueda, Ministro de Defensa entre 1991 y 1994, con el fin de preguntarle acerca de su eventual responsabilidad indirecta en los atroces hechos llevados a cabo por las cooperativas de seguridad que el decreto proyectado en su despacho habría legalizado, y si, en caso de creerlo necesario, volvería a promover la misma estrategia para buscar la proyección del restablecimiento del orden. Pardo no respondió.
En la presente campaña a la Alcaldía de Bogotá, Pardo ha planteado a la ciudad una propuesta que, no solo demuestra el desconocimiento de nuestra realidad local, sino que, antes de modificar su propuesta, recordaba los servicios de seguridad que él mismo había promovido 21 años atrás: Una Guardia Civil Urbana de 5.000 efectivos que tendrá a su cargo la persecución de infractores para descargar a la policía de esa función, para que ésta última pueda concentrarse en el control de los delitos que aquejan la cotidinanidad bogotana.
De acuerdo con la más reciente encuesta de Bogotá Cómo Vamos, el 20% de los encuestados afirmaron haber sido víctimas de algún delito, el 80 % fueron hurtos, y el 82 % de los victimizados creen que es baja la probabilidad de que el delito cometido se sancione. La Encuesta de Percepción y Victimización de la Cámara de Comercio de Bogotá, para segundo semestre de 2014, evidenció que las personas presumen ausencia de voluntad en la fuerza pública para emprender acciones contra los delincuentes y que la justicia no funciona. El ciudadano, entonces, se siente ignorado por la institucionalidad que debe protegerlo.
Las riñas y los problemas de convivencia, si bien resultan incómodos, no son el problema más urgente a resolver. No necesitamos una Guardia Urbana, y el aumento de Inspectores de Policía, con el que estoy de acuerdo, no debe ser del 15 mil %, como lo plantea el candidato liberal.
Necesitamos un alcalde que asuma el compromiso de la seguridad con medidas de choque a través de una Policía al servicio de la gente, eficiente y efectiva, buscando restaurar el éxito del plan cuadrante que acercó la policía a los residentes de los vecindarios, que busque articular la acción policial con una justicia accesible, que promueva estrategias para la prevención del delito y medidas económicas, de fomento de proyectos productivos y generación de empleo que borren el asiento que tiene en nuestra idiosincrasia, la cultura del dinero fácil.
La pregunta es: Doctor Rafael Pardo ¿es usted ese Alcalde?
