El pasado domingo 4 de julio el programa Séptimo Día del canal Caracol emitió un informe de la periodista Paola Rojas titulado ¿Compactos y peligrosos?, en el que se revela la fragilidad de los vehículos tipos taxis conocidos como “zapaticos”, carros que no garantizan seguridad a los ocupantes por la falta de baúl independiente, barras que protejan en su sistema de carrocería, elementos de seguridad tan básicos como el ABS, o los airbag, frenos inteligentes y, lo más preocupante, que el parachoques del auto son los huesos del pasajeros y conductor.
En Colombia se han reportado más de 27 mil accidentes de zapaticos, entre graves y leves, donde en los últimos años 1700 personas han muerto. Desde que se les abrió las puertas hace 15 años a estos modelos de carros en el país no ha existido una política de importación seria que regule y controle un estricto proceso de homologación, ya que estos vehículos son rechazados en otros países del mundo, convirtiéndose así Colombia en una despensa de estos taxis que vulneran la seguridad vial de sus pasajeros.
En el programa emitido se realizaron pruebas por la fundación llamada LatinNCab, que rajó a todos los modelos que circulan en Colombia en simulaciones de colisión. Lo mismo hizo la Escuela Colombiana de Ingeniería, dejando caer los carros desde una altura que simulaba el efecto del choque de un camión a unos 40 kilómetros por hora. El resultado es que los carros que tenían espacio de baúl independiente absorbían mejor la energía y amortiguaban el golpe. En contraste, los ‘zapaticos’ se deformaban aplastando a los pasajeros que iban en el asiento de atrás: lesiones de columna, cuello y cráneo, que pueden provocar invalidez y muerte. Incluso, el golpe podía afectar al propio conductor.
En el país no hay vigilancia sobre la seguridad vial, ni mucho menos laboratorios de simulación de volcamiento que aseguren que lo expuesto por los importadores en un catálogo se cumple con sus especificaciones técnicas; no se realizan pruebas de seguridad y de colisiones porque el Ministerio de Transporte y el de Industria y Comercio solo se basan en la buena fe del importador. A esto se le suma una fuerte política en el Senado del llamado lobby, sin constatar que los vehículos que transportan a millones de colombianos son tan peligrosos como compactos donde la vida es un riesgo a la carrera mientras ministros, funcionarios, senadores y empresarios se pueden movilizar en autos blindados y de gama alta capaces de garantizarle,por lo menos, la vida en una coalición.
Tan solo en el 2011 el Ministerio de Transporte se dio cuenta de la vulnerabilidad de los “zapaticos”, pero extrañamente en la reforma del Código de Tránsito que se hizo ese año el artículo que regulaba esta clase de carros para su importación quedó excluido, beneficiando con ello a los importadores que al traer esta clase de vehículos ahorran costos.
En el servicio público sí se pueden aplicar medidas inmediatas y tan sencillas como la implementación obligatoria de los apoya cabezas traseros que minimicen la probabilidad de lesiones cervicales y el uso obligatorio también del cinturón de seguridad para las plazas traseras, pero para el Ministerio de Transporte esto no es importante y sugirió que solo se haría algo hasta el año 2016.
Todo tiene un límite y el de la seguridad automotriz termina cuando la imprudencia y la insensatez se toman al volante.