Valledupar es reconocido en el ámbito mundial por ser una tierra en la que la cultura, el folclor, los mitos, las leyendas y sus bellezas paisajístas han hecho que “el valle del Cacique Upar” sea un destino turístico deseado por los colombianos y extranjeros en cualquier época del año, especialmente en tiempos del Festival y en diciembre.
A la ciudad de los Santos Reyes, como también es conocido Valledupar, la adornan grandes árboles de mango, plazas, plazoletas, lugares emblemáticos como el río Guatapurí, tarimas y, por supuesto, monumentos elaborados en homenaje a los distintos artistas de nuestro folclor, quienes han partido de este mundo y otros que siguen cantando, tocando y componiendo hermosas canciones con las cuales han enriquecido nuestro folclor.
Algunos de esos monumentos en Valledupar, Cesar, han sido blanco de los vándalos sin sentido de pertenencia, quienes las han destruido cortándoles brazos, dedos y robando los objetos que estas tienen.
A las esculturas, ubicadas en el parque de la provincia, como la de Iván Villazón, le robaron el micrófono y le partieron los dedos de la mano izquierda.
A la del desaparecido Kaleth Morales le rompieron los dedos de su mano izquierda en ocasiones repetidas.
Mientras que a la de Diomedes Díaz le habían robado “el diente de diamante”, a la escultura de Peter Manjarrés le hace falta el brazo derecho, la cual fue instalada en la glorieta del terminal de transporte.
Hoy, 10 de mayo, alrededor de las 9:00 a.m. se produjo otro acto vandálico, esta vez fue en contra de la recién instalada escultura del también desapercibido Jorge Oñate. A la estatua le robaron el gramófono y al micrófono le pusieron un preservativo.
El alcalde de Valledupar, “Mello” Castro, anunció que tomará acciones contra los actos vandálicos contra las esculturas que inmortalizan a nuestros juglares.
La estatua del Ruiseñor del Cesar fue inaugurada el pasado 26 de abril con motivo del sentido homenaje a su vida y obra en el 55 Festival Vallenato 2022.
Los móviles de estos actos vandálicos se desconocen, pero ningún motivo es aceptable para arremeter contra unas figuras que no oyen, ni ven ni entienden, pero sí embellecen a la ciudad.