Es de esperarse que el lector, al enfrentarse con el título del presente artículo, piense que en él se discute sobre una perogrullada, pero en un país descuadernado como Colombia, discutir estos temas se vuelve necesario, más aun, obligatorio, pues de lo que se trata es de contribuir a poner la casa en orden, en un asunto de vital importancia para el progreso de la nación como lo es la ciencia y la tecnología. Analizando la profunda relación ingeniería-ciencia, en el actual contexto del país, entenderemos por qué la ingeniería sufre con el maltrato del gobierno nacional a la ciencia.
Para comprender la relación entre ingeniería y ciencia es necesario revisar brevemente la historia, y observar el momento en que ambas se entrecruzan.
La ingeniería tuvo orígenes fuera de los centros educativos, se habla incluso de una ingeniería primitiva hace aproximadamente 8000 años en Asia Menor o África, que se ejercía en base a las necesidades y fundamentada en un conocimiento empírico, por aquel tiempo, poco desarrollado. Tiempo después, aparecen las colosales obras construidas en las grandes civilizaciones e imperios, sin duda logros magníficos para los constructores de entonces, quienes aún estaban fundamentados en un conocimiento restringido por las limitaciones que imponía el conocimiento empírico de la época. Entre finales del s. XVII y el s. XVIII, con la revolución científica y la revolución industrial, se comienza a organizar y a desarrollar el conocimiento en la ingeniería. El impulso que tuvieron ciencia y tecnología en este periodo histórico, fue inusitado y sorprendente.
Desde entonces el entrelazamiento entre ingeniería y ciencia en lugar de detenerse, se ha ahondado, lo que ha traído como consecuencia una profesión ampliamente diversificada, tal como lo resume Hardy Cross en su libro los ingenieros y las torres de marfil:
“Existe la costumbre de pensar que la ingeniería es parte de una trilogía: ciencia pura, ciencia aplicada e ingeniería. Se debe hacer énfasis en que esta trilogía es solamente una de la tríada de trilogías en cuales encaja la ingeniería. La primera es ciencia pura, ciencia técnica, ingeniería; la segunda es teoría económica, finanzas, ingeniería; y la tercera es relaciones sociales, relaciones industriales, ingeniería. Muchos problemas de ingeniería están tan cercanos a los problemas sociales como a los problemas de la ciencia pura”.
Y según Rapp (1981) dicha diversificación comienza a caracterizarse por tres razones, una de las cuales cuando se da la consolidación del método ingenieril, es decir, a la aplicación del método de la ciencia positiva que se basa, en primer lugar, en experimentos, es decir, en la intervención, previamente planeada, en el acontecer natural.
Todo lo anterior lleva a plantear un problema cardinal, al afectarse la ciencia, su desarrollo y sus posibilidades, se repercute inevitablemente en la ingeniería, dada la indisoluble relación que existe entre ambos campos, tal como ya se ha expuesto. Esto permite considerar que el maltrato político que hay actualmente sobre la ciencia en Colombia, constituye un factor de deterioro de la inextricable relación ingeniería-ciencia, un debilitamiento de una de las trilogías descritas por Cross, y constituye negar una tesis sostenida por Jorge Enrique Robledo:
“Los seres humanos debemos transformar la naturaleza por medio de instrumentos, y esta transformación se debe efectuar mediante cada vez mejores y más potentes aplicaciones científicas y tecnológicas”.
Quienes han gobernado a Colombia desde siempre, parecen estar empeñados en condenar al país al atraso científico y tecnológico. Esto se demuestra observando lo que ha acontecido con las principales fuentes de financiación para ciencia y tecnología:
- El presupuesto de Colciencias pasa de $299.177 millones para 2017, a $220.506 millones para 2018.
- El dinero del sistema general de regalías correspondiente a C&T en el año 2017 (10%) se redirigió hacia la construcción de vías terciarias.
Esta política de recorte presupuestal fundamenta lo dicho: el maltrato a la ciencia. Esto a su vez se traduce en un atentado a la ingeniería nacional, hecho que condena a Colombia al atraso y al subdesarrollo. Dettmer acierta en señalar el hecho de que hoy existen científicos que diseñan e ingenieros que investigan para encontrar mejores soluciones técnicas a problemas de la más diversa índole, pero investigar y diseñar en Colombia requiere de respaldo decidido del Estado, y de un modelo productivo que lo demande. Por eso, necesitamos aumentar el apoyo presupuestal a las ciencias puras, aplicadas y demás, fortaleciendo de verdad y no de retórica, el sistema educativo, del mismo modo que abrir el debate sobre cuál es el modelo productivo que requiere el país.
El primer paso es cambiar a quienes nos han mal gobernado y no quieren que el país se desarrolle. Hoy abogamos por el incremento del 1% de los recursos del PIB con destino a ciencia y tecnología en Colombia. Una lucha que vamos a ganar a partir del 2018.