Alguna vez alguien definía lo que era un placer negativo y he llegado a la conclusión que no estar en ese circo del Partido Liberal, es uno de esos. Nada peor que vivir en medio de infidelidades, duelen como nada y es difícil superarlas. Pues bien, esa parece ser una de las características de los liberales, de aquellos que siguen en ese cascarón beneficiándose de sus últimos estertores. No ha corrido demasiada agua debajo del puente, desde que todos, Cristo, Pardo, Gaviria y muchos más se desvivían por estar cerca de Germán Vargas y nos miraban mal a los que nunca nos convenció este personaje. Entre otras, porque después de haber admirado profundamente a Carlos Lleras Restrepo, encontrábamos que Germán tenía todos los defectos de su abuelo como su mal genio, pero ninguna de sus fabulosas cualidades: su inteligencia, su sobriedad, su transparencia….
Pero ahora resulta, que sin que nada haya cambiado realmente, Vargas Lleras es el coco de los liberales y se olvidan que él ha sido hecho a la medida de ellos, clientelista, oportunista, ambicioso y como muchos, poco transparente, por no llamarlo de otra manera. Simplemente como se trata del poder, la infidelidad es la norma. Al otro que están dejando por el suelo es al presidente Santos. El eterno jefe del partido, César Gaviria, considera que él, Santos le ha sido infiel, porque sencillamente no le dio a lo que queda del liberalismo, la suficiente mermelada y puestos para retribuirle, por ejemplo, el fracaso de su gestión cuando el Referendo por la Paz. Ese fracaso no cuenta, porque Gaviria es Gaviria.
Ahora resulta, que sin que nada haya cambiado realmente,
Vargas Lleras es el coco de los liberales
y se olvidan que él ha sido hecho a la medida de ellos
Como este es un país de chismosos, cuentan que ahora Pardo y Cristo le están siendo infieles a Gaviria. Hágame el favor, cuando Gaviria sacrificó a muchos liberales para imponer el nombre de Pardo en la candidatura del partido en 2010; ha sido su ficha en el gobierno de Santos del cual ahora despotrica Gaviria. Y cómo no hablar de Cristo. Claro que el primer empujón se lo dio Samper, de quien fue Juan Fernando un buen escudero, pero después Gaviria se la puso fácil. Pero ahora como que todo eso pasó al olvido por algo muy sencillo, la ambición.
Se desprende de este concurso de infidelidades políticas, unas lecciones para el resto de la humanidad: al infiel como Gaviria, se le paga con la misma moneda. Con la infidelidad de aquellos que están donde están por el apoyo de él, no detrás de bambalinas sino realmente de frente. Recuerden que, en febrero de 2010, el entonces también director del partido, Cesar Gaviria, anunciaba sin sonrojarse que quien sería el candidato del partido iba a ser Pardo, que los demás aspirantes no perdiéramos el tiempo.
Si los hombres se quejan de las infidelidades de las mujeres y a su vez, nosotros llevamos siglos llorando por lo mismo, las mayores pruebas de infidelidad están en el Partido Liberal. Aparentemente todos los que le deben su carrera a Gaviria lo abandonan, mientras éste a su vez deja tirado en la lona nada menos que a Germán Vargas y al presidente Santos.
En esta contienda por escoger el candidato a la presidencia del Liberalismo, la pregunta es a quién le será infiel Gaviria. Si lo es a De la Calle estará cometiendo el error de su vida, porque de lejos es el mejor candidato de todos los que están en la contienda. Y si le es infiel a Cristo, la clientela liberal se lo cobrará durísimo. Es decir, la no fidelidad a nada ha puesto a Gaviria en un juego pierde-pierde. Y las mujeres nos reiremos y diremos: eso le pasa por infiel.
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