Desde las seis de la mañana era usual escuchar a Carlos Antonio Vélez en Palabras Mayores disparar sobre Pékerman. No le gustó nunca nada, ni siquiera cuando llegó y empezó a darle a Colombia el mejor equipo de la historia. No, para el profe Vélez no era suficiente ganarle a Uruguay en el Maracaná y que James marcara el mejor gol de la historia de los mundiales, siempre había algo que criticar. La razón de su odio descarnado a José era porque no le pasaba al teléfono, porque no lo dejaba entrar al camerino ni le daba exclusivas como si hacía su amigo Bolillo. Yo no sé si ustedes se acuerdan pero en esa época, después de que Bolillo fuera sacado de la selección por darle una paliza a una mujer, Vélez pedía incesantemente que volviera Hernán Darío, un técnico para él mucho mejor que Pékerman.
El sablazo quedó marcado en la entrevista que Francisco Maturana le dio al diario argentino la Nación cuando dijo, refiriéndose a José Pékerman: “A José le tengo un profundo respeto y admiración desde que fue futbolista en Colombia. Me orientó en algún momento a tomar decisiones. Como colombiano disfruté de su entrega y dedicación en la selección. Puso orden, inclusive con la prensa. Acá hay programas futbolísticos de radio desde las 6 de la mañana, y si uno no los atiende, te voltean. José impuso las ruedas de prensa, trató a todos por igual. Profesionalizó la comunicación, blindó al entrenador. Abrió una puerta que ojalá nunca se cierre”
Saco a colación esta presente columna de opinión simple y llanamente porque me tiene harto que este señor de clases de moral públicamente cuando usa su periodismo sólo en conveniencia suya y no del bien común. Lo peor es que tiene sus seguidores, lo aman, y ahora que dije sin desparpajo detestar a los mamertos lo van a querer más, pero no puede ser que su ego sea tan grande que la principal virtud que pueda tener un técnico nacional es que le pase al teléfono a él para que le de la alineación. Ojalá cuando vuelvan los partidos FIFA, Queiroz sea serio y mantenga raya a este egomaniaco.
