Por primera vez en la historia de la celebración del día de los trabajadores se rompió la tradicional práctica oratoria de la plaza de Bolivar.
Esta fecha siempre fue el espacio de los dirigentes sindicales de las tradicionales centrales obreras para que expusieran sus problemáticas, denuncias y presentaran sus peticiones.
Sin consulta alguna con sus bases estas históricas y controvertidas centrales obreras decidieron ceder el espacio al presidente Petro.
Escuchado el largo y populista discurso del presidente, con el empleo de términos ya desactualizados del mundo laboral , como el de obrero, y esclavos, en ningún momento hizo referencia a las problemáticas de los trabajadores del sector privado ni de los empleados del sector público. Salvo una tangencial referencia a las reformas a la salud y la pensional. Que dicho sea de paso tampoco han sido construidas con todas las organizaciones sindicales ni con todos los actores relacionados con estas reformas. Como tampoco lo hizo para la reforma a la negociación colectiva del sector público que persigue a los sindicatos independientes. Apenas se está en ese ejercicio para la reforma a la salud.
Los trabajadores del sector privado han perdido gran parte de sus prestaciones y conquistas laborales desde la implementación del neoliberalismo y es imperiosa su reivindicación en un marco concertado entre todas las partes de la relación laboral, del sistema económico y los avances tecnológicos.
La situación del sector público es compleja y sintomática de la realidad política y laboral del estado.
La proliferación de los contratos de prestación de servicios en el estado desde hace más de 30 años ha permitido la violación de derechos humanos de estas personas, haciendo ineficiente el estado y deslegitimando al estado.
La propuesta de formalización laboral y de creación de plantas temporales lo mismo que la creación de mesas de concertación en todos los gobiernos para esos mismos efectos han sido solo distractivos que no han llegado a nada práctico ni efectivo. Todo sigue igual.
De la misma manera, la política pública para la implementación de la meritocracia o la igualdad de oportunidades para acceder a un empleo público sigue siendo una utopía para todos los gobiernos. Incluido el del cambio.
Así las cosas, la celebración del 1 de mayo 2024 terminó convertida en un acto político de solicitud de apoyo a un gobierno en crisis.