Parecía imposible que una mujer, indígena, mapuche, nacida en medio de la pobreza se convirtiera en la líder de la transformación más importante de Chile en este siglo. Pero Elisa Loncón Antileo llegó arrasando y con mayoría absoluta - 99 de 155 votos- fue proclamada presidenta de la Convención Constitucional, encargada de reescribir la Constitución de Augusto Pinochet.
Lingüista, máster de la Universidad Autónoma de México, doctora en Humanidades de la Universidad de Leiden y en Literatura de la Católica de Chile, Elisa Lancón, 58 años, había dicho: “Esta convención transformará el país y lo volverá plurinacional e intercultural”. Un desafío político y un sueño de ella que a los 10 años, para llegar a la escuela, debía caminar ocho kilómetros desde su casa en la comunidad mapuche Lefweluan hasta el pueblo Traiguén, en el centro de la Araucaria. Cuando no pasaba el autobús, lo hacía con sus zapaticos de plástico negro que eran una bendición, porque su madre le contaba que ella tuvo que andar descalza y la grietas producían mucho dolor. Así se lo narró a El País.
Margarita Antileo, la madre que murió hace unos días, adoraba la poesía. Había ido a la escuela tres años y enseñó a sus hijos a leer y escribir. Su padre, un carpintero que fabricaba muebles, aprendió a leer a los 17 años, y es parte de sus recuerdos cuando compró una colección de libros de filosofía con la venta de dos carretas de leña. “Priorizaba la educación”. Elisa, la del medio entre siete hermanos, aprendió de sus padres a responder cuando despectivamente los llamaban indios, y corregía diciendo que India queda en otro continente.
En su formación hay mucho del discurso oral de los ancianos, donde hablaban sobre sus líderes, los antepasados y la lucha del pueblo. El bisabuelo que se apellidaba Loncomil participó en la lucha contra la ocupación militar de wallmapu (territorio macupche) y fue aliado de José Santos Quilapán (1840-1878) que resistió la ocupación de la Araucania y derrotó al ejército chileno en Quecherenguas en 1868. Su abuelo materno Ricardo Antileo, líder de la zona Lumaco-Quetrahue fue encarcelado durante la dictadura de Pinochet por dirigir la recuperación de tierras a finales de los 60 y comienzos de los 70.
De ellos heredó el espíritu combativo que afloró en la universidad, después de vivir en carne propia la discriminación de la época escolar. Siendo una niña, una profesora la acusó de robar una jeringa, “fui maltratada y fue doloroso”, dice, porque los mapuches son los primeros sospechosos cuando se pierde algo. En su época universitaria, Loncón participó de la lucha contra la dictadura pinochetista en diversas organizaciones estudiantiles de izquierda y mapuche, y en 1983 quedó con matrícula condicional por participar en las movilizaciones estudiantiles, junto a un centenar de compañeros.
De sus viejos también aprendió a mirar el mundo. Por eso, cuando se graduó como profesora de inglés en la Universidad de la Frontera en Temuco, se fue a México, Países Bajos y Canadá, y formó la lingüista que ahora es académica de la Universidad de Santiago, y profesora externa de la Católica de Chile dedicada al rescate de las lenguas indígenas, al sistema lingüístico del mapudungun -lengua mapuche- y la educación intercultural bilingüe. No es de extrañar, entonces, que haya participado activamente en el diseño de la bandera Wenufoye del pueblo mapuche, confeccionada en 1992, con ocasión de los 500 años de la llegada de Cristóbal Colón a América. Esa misma ondeó años más tarde, en el 2019, en las protestas que están cambiando la cara de la política en Chile.
En términos lingüísticos, Loncón ha dicho en reiteradas oportunidades que su sueño en un modelo como el de las comunidades autónomas de España y que, en términos territoriales, mira a Canadá. “Me esforcé mucho para estudiar, trabajé para estudiar y esos estudios los volqué para entender la condición de opresión que vivíamos. Entender por qué existía esa opresión y también ver cuáles podían ser las salidas”. Se siente socialista, no pertenece a ningún partido, y su escaño convencional es uno entre los 17 asignados a los pueblos originarios, siete de los cuales fueron para el pueblo mapuche, dos para el aimara y un representante de cada uno del resto: kawésqar, rapanui, yagán, quechua, atacameño, diaguita, colla y chango.
La pregunta que más de un chileno se hizo el 5 de julio tan pronto se instaló la Convencional fue cómo Elisa Loncón se convirtió en una candidata para presidirlo. La petite histoire es que desde el 21 de junio en el hogar de la machi Francisca Linconao fue proclamada por los otros siete constituyentes mapuches como su carta para liderar el histórico organismo. No le fallaron. A ellos se unieron los de la región de Los Ríos, allá en el sur. En televisión abierta se vio el respaldo de 3 de los 4 constituyentes y cómo lograba 58 en total. Entre la primera y la segunda votación todo se resolvió a su favor cuando los constituyentes del Partido Socialista, el Partido Comunista y la mayoría de la Lista del Pueblo se fueron con ella. Con 96 votos y la mayoría absoluta era para celebrar. Al día siguiente al 75 % de los chilenos les pareció bien su perfil.
La presidencia es clave en la Convención porque define el orden del debate, clausura y distribuye el trabajo, “ordena la agenda y la discusión, el que tenga la presidencia manda”, suele decirse soto voce. Además, Loncón tiene que articular el diálogo político y poner la cara ante los otros poderes del Estado.
Un suceso ya hace parte de la historia en la convención presidida por Elisa Loncón. La eliminación de “República de Chile” en el segundo artículo del reglamento de la Constituyente, que originalmente decía: “El presente reglamento tiene por objeto establecer la organización, el funcionamiento y los procedimientos de la Convención Constitucional de la República de Chile, cuya finalidad es elaborar una propuesta de texto de Nueva Constitución”. Amplias mayorías decidieron por votación borrar las tres palabras, mientras la derecha minoritaria manifestaba su rechazo. Los tres redactores que fueron los mismos que propusieron el borrón adujeron que el primero de los artículos habla de “los pueblos de Chile” y se trataba de hacer “concordancia”.
Chile está comenzando a redefinirse en asuntos fundamentales. La convención tiene entre manos el régimen político y el sistema de Gobierno, el fuerte presidencialismo a la chilena, la descentralización y regionalización en un Estado unitario muy centralizado en la capital, y desde luego, el reconocimiento de los pueblos indígenas, la definición de los derechos para las comunidades originarias y el debate sobre un Estado plurinacional. En un año deberá proyectarse el cambio del país que nunca soñó que una niña mapuche con zapaticos de plástico negro pudiera escribir la Constitución.