Que el ingenioso caballero don Quijote de la Mancha se encuentre en cualquier lugar del mundo no debería sorprender a nadie, al fin y al cabo es uno de los personajes más populares de la literatura universal; aún así, no deja de sorprendernos encontrarlo viviendo sus aventuras en Zapatoca (Santander) a más de 1700 metros sobre el nivel del mar.
Hace algunos días estuve en un evento organizado por los muchachos de alcaldía virtual, un entusiasta grupo de jóvenes zapatocas que, como quijotes, se dedican a impulsar actividades culturales de diversa índole: literarias, musicales, plásticas, entre otras.
Aproveché para conocer una población a la que llegaba por primera vez. El clima de la región es para nosotros los caribes ( "costeños" para algunos) muy agradable. Nada más llegar a la plaza me encontré con Don Alfredo, quien ofreció sus servicios para recorrer el pueblo, lo que efectivamente hicimos en la tarde.
Ya al final, amenazado por la lluvia, pasé accidentalmente por el museo. Decidí quedarme allí. Me recibió él artífice de tan hermoso proyecto, Rodrigo Espíndola, quien además de servir de guía es el creador de las esculturas y demás muestras artísticas que encontramos en las diferentes salas.
En el patio de la vieja y hermosa casona encontramos una exposición de frases de diferentes artistas en referencia al hidalgo de La Mancha; allí podemos leer apreciaciones de Octavio Paz, Jacinto Benavente, García Márquez y Jorge Luis Borges, entre muchos otros.
En la sala dedicada exclusivamente al Quijote encontramos esculturas referidas a muchas de sus aventuras. Sin embargo, estas esculturas no se limitan a una lectura literal del texto, sino que nos invitan a reflexionar, a pensar; lo que pone en evidencia una vez más la vigencia de la obra.
La obra más imponente la encontramos al fondo de la sala. Allí vemos alrededor de una mesa a Sancho Panza y don Quijote en medio de una partida de ajedrez. Mientras a este último se le observa profundamente pensativo, el primero luce tranquilo, seguro ya de su próxima jugada. La escultura refleja, de manera certera, la forma de asumir la realidad de cada personaje.
Encontramos al caballero y su escudero enfrentado a las grandes transnacionales, charlando con diversos personajes históricos y hasta en plena carrera espacial. La casa tiene otras dos salas, en una de ellas encontramos modelos de coches de todos los tiempos (incluido el "troncomóvil" de Los Picapiedra) y en la otra Espíndola nos sigue interrogando con sus obras.
El museo Casa del Quijote, si bien nació en Zapatoca, no siempre ha estado allí. Por varios años tuvo que irse a Villa de Leyva debido al aumento exorbitante del pago del arriendo. Afortunadamente volvió a su cuna y tanto Don Quijote como Sancho se encuentran muy a gusto hoy en la ciudad del "clima de seda". No es de extrañar, y hasta necesario es, que en un país de tantas pesadillas, vivan no uno, sino muchos quijotes.