Ni el más avezado de los analistas políticos puede predecir con cierto grado de exactitud, cómo funcionará el Congreso de la República 2014-2018, ni cuales será sus resultados tanto en proyectos de Ley como en debates de control político. La verdad es que puede suceder cualquier cosa menos un ambiente constructivo y con más contenido que ataques personales. La dificultad para saber de antemano el comportamiento del Congreso radica en que hay una mezcla de elementos positivos, pero también existen factores negativos que pueden opacar o por lo menos dificultar el accionar de lo positivo.
La entrada de nuevos parlamentarios especialmente en el Senado, de hombres y mujeres estudiosos y serios, y la permanencia de los pocos buenos que han logrado resistir las dificultades de ser una minoría, pueden ser una garantía de seriedad y compromiso con el país en los temas cruciales que deben debatirse. La existencia de oposición al Gobierno también debería ser garante de esa objetividad que se pierde cuando esta no existe. Nada más peligroso que un Congreso subordinado al Ejecutivo. Sin embargo, tener una oposición de izquierda y una de derecha no va a ser fácil de manejar por las directivas del Senado, especialmente. Como habrá perdido nivel la Cámara de Representantes que pocos la analizan. Se parece más a Concejos Municipales por el tipo de debates que allí se dan. Además los mejores representantes o pasaron al Senado o se quemaron.
El elemento más negativo es sin duda la Presidencia del Senado. Independientemente de las cualidades personales que debe tener, como todo ser humano, el senador Name es un símbolo de todo lo que muchos no quisiéramos ver más dirigiendo en estos momentos el Legislativo. Siguen unas componendas que no siempre por no decir nunca, obedecen a los verdaderos intereses de la Nación. Es posible que nos sorprenda y eso se le reconocerá en su momento, pero hasta ahora es uno de los elementos negativos que se vislumbran en el desempeño de la Presidencia del Congreso. Su primera prueba de fuego será el discurso de posesión del reelecto presidente Santos.
Pero lo verdaderamente negativo que puede borrar todo lo positivo es el tono, la actitud del senador electo Álvaro Uribe Vélez y peor aún la de los miembros de su lista de senadores y representantes. Se le medirá aquí el aceite a esta nueva bancada: si realmente por encima de sus intereses particulares está el país o no. Por lo que se ha visto hasta ahora, el revanchismo, las actitudes de suficiencia, la incapacidad de reconocer lo positivo que hacen sus contrarios, priman en sus reacciones, pero puede que nos sorprendan positivamente. Difícil pero no imposible.
Si de verdad el nuevo gobierno del presidente Santos interpreta a aquellos que votamos por él sin ser sus seguidores, reformas de fondo deben discutirse en esta, la primera legislatura: Impuestos para poner a pagar a los ricos y superricos; salud, así el Minsalud insista en que basta con decretos lo cual significa que seguiremos con la Ley 100 y no nos empezaremos a mover hacia la universalidad en salud; pensiones, de nuevo modificando el sistema de la Ley 100 que no logró ampliar la cobertura que es absolutamente vergonzosa.
La proyección entonces es nebulosa y ojalá no se quede todo el debate parlamentario en ofensas personales, dejando en un rincón las grandes discusiones que el país y sobre todo las soluciones a sectores desprotegidos que son la mayoría.
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