Mientras Duque piensa cómo quedar bien con todos, el fuego asciende por las escaleras: mientras la crisis económica, la oposición en el legislativo, el trágico impacto del COVID-19 y los grupos armados bloquean sus hipotéticas salidas de emergencia.
Dos años cumplió su gobierno, el de las promesas renovadoras y la economía naranja, el de menos impuestos y más empleo, pagando caro los apoyos en el legislativo y luchando contra la peor oposición de presidente alguno: "el fuego amigo".
No es la del incendiario Petro, ni la del tibio Fajardo, la voz que aturde su pensar, son las de su propia casa que lo atan a su cruz, y esa cruz no es otra, que la falta de experiencia, talante y acompañamiento propio, existe el Centro Democrático, existe el uribismo, pero nadie es duquista.
Llegó la hora de decidir cómo quiere que lo recuerde la historia, si como el bárbaro incendiario que Paloma, Mafe o Nieto añoran, si como el militante armado que Londoño invoca, si como el estadista mediático de sabias y prematuras canas que aplaude a Hollmes, si como el defensor de oficio de su ubérrimo reo jefe político o si como el presidente de todos los colombianos.
Sabe él, sabe Uribe y sabemos todos que sin importar qué decisión tome la mitad quedará disgustada, mientras los demás partidos aprovechan las ascuas del Palacio de Nariño para armar su propio asado dominguero en el 2022.
Duque, no traicione a su jefe, convénzalo, no "pare bolas a Mafe ni a Paloma", ellas sueñan con etéreos escenarios de guerra. Acepte su joven edad, piense en la actual crisis nacional, aproveche lo que queda del acuerdo de paz e invite al país a soñar.
Hoy usted decide cómo la historia lo recordará...
Coda. Huele bien la leña de los Galán para el 2022, una interesante, limpia y muy apoyada campaña de Carlos Fernando en Bogotá y una muy positiva imagen, experiencia, conocimiento y aplomo de Juan Manuel... ¿Podrá ser un hijo de Luis Carlos quien nos invite a soñar un nuevo país?