A partir del siglo XIX el acordeón tuvo en el río Magdalena una de las principales vías para acceder al interior del Caribe colombiano, pues era la arteria donde transportaban grandes volúmenes de mercancía desde el interior del país y viceversa. Además, contó en este propósito, con Barranquilla, por cuya aduana, la de Sabanilla, entró un volumen importante de este tipo de instrumento debido a su condición de principal puerto exportador e importador de Colombia. Solo en el periodo comprendido entre 1871 y 1872, de los 291 acordeones que ingresaron al país, el 63 % lo hizo por Sabanilla.
La estratégica ubicación de Barranquilla, al lado del río Magdalena, cerca de la desembocadura en el mar Caribe, fue un factor determinante para convertirla no solamente en puerto fluvial y marítimo desde el siglo XIX (López, Gómez, 2020); también, en lugar donde comerciantes y viajeros llegaban a comprar la mercancía que vendían en el mercado público, entre ella el acordeón.
Distintas corrientes investigativas han señalado a Riohacha como el principal puerto marítimo por donde entró el acordeón al país, lo hacen basados en su trascendencia como centro comercial. Sin embargo, estos argumentos deben servir para darle la misma importancia a Barranquilla, sin ser puerto en el mar, debido a que el comercio de parte del Magdalena y del Bolívar grande, y del país, se desarrollaba en esta ciudad.
De la importancia de Riohacha también se indica que por su puerto entraron acordeones que llegaron a las distintas provincias de lo que hoy son los departamentos de La Guajira y Cesar, donde un número importante de personas se destacaron como intérpretes de este instrumento.
De Barranquilla podemos afirmar que desde su puerto fluvial fueron despachados instrumentos de este tipo que quedaron en manos de un sinnúmero de acordeoneros ubicados en las distintas zonas que componían al Magdalena y al Bolívar grande, entre ellos los habitantes de los Montes de María y la hoy sabana de Sucre. Espacios geográficos donde el acordeón cimentó la aparición de un número considerable de ritmos musicales que por factores organizativos del Festival de la Leyenda Vallenata quedaron por fuera de la denominación genérica de vallenato.