Los tatuajes representan la combinación de lo físico con lo espiritual. Existen desde hace cientos de años; aunque el origen tiene muchas versiones, aún no se tiene certeza real de este y son muchos los mitos y las leyendas a su alrededor.
Desde hace décadas cientos de personas del mundo del deporte y la farándula eran quienes más hacían gala de esta práctica. En los años más recientes esto ha cambiado y hoy vemos a personajes del mundo de la política, las finanzas, grandes jurídicos y personas de importantes círculos sociales luciendo tatuajes.
José Álvaro Osorio Balvín, “J Balvin”, unos de los músicos más influyentes en el mundo, tiene tatuajes en todo su cuerpo y se siente orgulloso de llevarlos. El universo hoy está aclamándolo, idolatrándolo, reconociéndole cada uno de sus logros, cantando sus canciones, es una de las figuras más destacadas de la música en 200 países por su melodía, talento y pasión por lo que hace. Juan Luis Londoño Arias, “Maluma”, otro de los íconos de la música, es un joven consagrado y diciplinado desde muy temprana edad. En más de 100 países repiten cada una de sus canciones y señala: “Los tatuajes son parte de mi vida, de mi personalidad, del amor por los míos, de mi rebeldía, de mi forma de ser”.
Los futbolistas más reconocidos del mundo: Maradona, Messi, Ronaldo, Ronaldinho, el Pibe, Sócrates, James, todos ellos le han entregado al mundo felicidad y emoción con su talento. Cada uno de los anteriormente mencionados han señalado que sus tatuajes son parte de la vida de cada uno, y hemos plasmado en nuestros cuerpos las alegrías y también las tristezas que nos ha dado el deporte más lindo de la tierra.
En el mundo de la política, por ejemplo, José María González, alcalde de Cádiz, la ciudad más antigua de España, se tatuó desde muy temprana edad. Franklin D. Roosevelt, expresidente de Estados Unidos, tenía varios tatuajes, pero el que más destacó fue el que se hizo en el pecho, donde llevaba toda su familia tatuada.
Cristina Cifuentes expresidenta de la comunidad de Madrid tiene cinco tatuajes que van desde la muñeca hasta el hombro, dice que son parte de su personalidad y que está orgullosa de sus tatuajes, Isabel Diaz ayuso nueva presidenta de la misma comunidad, tambien tiene tatuajes los cuales luce con total desparpajo.
En Colombia, lastimosamente existe una gran discriminación sobre este gusto, más aún cuando los tatuajes los lleva una mujer. Nos cuenta Carolina Trujillo, experta en finanzas, que fue rechazada por una importante corporación bancaria del país al presentar su hoja de vida y profesional. Era la más calificada para el cargo entre los aspirantes, pero por políticas de la compañía fue descarta automáticamente para la entrevista. Carolina tiene tatuados sus dedos y parte de la muñeca. Años después entendió lo que pasó.
Historias como estas son repetitivas y, si bien el rechazo no lo hacen directamente y de una manera clara, sus protagonistas entienden qué pasa cuando los ojos de quienes los entrevistan van directamente al lugar donde están los tatuajes.
No alcanzaríamos a señalar los millones de personas que le han servido al mundo en todas las áreas y que tienen tatuajes en sus cuerpos. Estos son parte de cada uno, de su intimidad, carácter, pensamiento, amores y quereres.
Las abuelas decían: “al muchacho se le ven menos feas esas rayas que a las mujeres”, pero esos son prejuicios que, además, le ponen una doble carga a la mujer. Si queremos un mejor mundo, un mejor país, un mejor departamento, una mejor ciudad, debemos respetar las libertades y los derechos de los demás, tanto como queramos que nos respeten los nuestros. Y eso vas desde algo que al parecer se ve tan simple como un tatuaje hasta las elecciones de vida que hagamos en cualquiera de nuestras dimensiones.
La personalidad de cada uno de los seres humanos la debemos respetar, sea negro, blanco, transexual, homosexual, indígena, mestizo o, incluso, tatuado o tatuada. Nadie debe ser discriminado por alguna condición o lección libre sobre su cuerpo.
Hoy, Colombia tienen grandes retos y es ir a la par del mundo, respetando los derechos de cada uno de sus ciudadanos, sin caer en el abismo de la discriminación, de no respetar los derechos de las personas por ser diversas, por tener otras preferencias, por pensar distinto.
