Los huevos también se dan en el campo y fue eso lo que pusieron los campesinos a la orilla de las carreteras durante este paro agrario y camionero. Qué susto le metieron al presidente Santos, que afirmo a la W en esos mismos días, que su prestigio estaba en el 60% de acuerdo a una encuesta de CM&. Terremoto, y de proporciones, fue lo que recibió el gobierno, al punto que sus dos negociadores, los ministros del interior y de agricultura, aun están en cuidados intensivos, pero seguramente pasando sus hojas de vida a la canciller que también quedo averiada como el resto del gabinete y ni que hablar del presidente.
El cambio de cinco ministros es apenas un factor distractor. El discurso de que es un fenómeno de maltrato del campo, que viene de años atrás, es el conocido y recurrente espejo retrovisor que utiliza Santos, para hacer creer que Uribe es el dueño de todos los males del país. Cuando se trata de dar cifras sobre desempleo e inversión extranjera sobran las frases contundentes, nunca antes, jamás en la historia del país, pero a la hora de asumir responsabilidades, los colombianos debemos mirar a gobiernos anteriores y ojala a los últimos ocho años.
Hubo cambios en la titular del gabinete, como dirían los entendidos del futbol, pero nos quedo claro que, como en el caso de nuestra selección, el cambio necesario es del director técnico. Si, no lo van a decir los partidos políticos que guardan, incluso hasta hoy, un silencio sepulcral porque saben que el momento de los votos esta demasiado cerca, pero el de las cuotas burocráticas es ya. Tampoco lo van a decir los medios de comunicación ni los llamados “analistas políticos” afectos al gobierno. Ellos no están obligados a patear la lonchera.
Quienes si tenemos que pronunciarnos, somos los colombianos que no vivimos del pasado y que como tal lo que nos importa es el futuro del país, al margen de si aparecemos o no en las caratulas de las grandes revistas, que parece ser el precepto de la casa de Nariño, mientras nuestros campesinos, camioneros y estudiantes, aparecen en las paginas rojas de los periódicos y noticieros, enfrentando a una policía y un ejercito que juraron defender los intereses ciudadanos y no de ciertos ciudadanos.
Que lo acordado y firmado se divulgue ampliamente para iniciar una veeduría ciudadana que no permita embolatar y silenciar el cumplimiento de lo logrado. Y que además, continuemos presionando para que las salvaguardas de los tratados se negocien y se apliquen, para que las importaciones que se hacen a espaldas de los intereses nacionales se frenen, para que los créditos al productor sean adecuados a su condición, para que los precios sean realmente de sustentación y no de liquidación de nuestro campo.
Que este, diría yo, regular acuerdo, no se vaya a quedar como las discotecas y festivales: solo ruido. El presidente Santos y sus “muchachos del relevo” están advertidos.