Por estos días, las redes sociales volvieron a convulsionarse con una nueva salida del presidente. En la posesión de Diego Molano, Duque recalcó el hecho de que el recién nombrado ministro nació en el Hospital Militar y estudió en el Colegio Patria: “Lo llena de pasión y entusiasmo. Hijo de militar, nacido en el Hospital Militar, formado en el Colegio Militar Patria, y quien toda su vida ha tenido una cercanía con las fuerzas”.
Ahora bien, al margen de estas especulaciones, debemos mirar las palabras del mandatario desde la óptica del ambiente militar. Recordemos que en el pasado varios ministros han tenido dificultades por el desconocimiento de la vida militar, sus protocolos ceremoniales, grados e insignias, que hacen de esta noble profesión algo verdaderamente especial.
Solo basta tener presente el incidente con el soldado Martín Santos, quien desfiló con el uniforme y la boina de las fuerzas especiales del ejército y además lo hizo formando a la derecha de sus superiores jerárquicos para recibir el abrazo de Tutina en pleno desfile militar; lo que causó incluso que varios oficiales solicitaran la baja del servicio activo por este irrespeto a lo más sagrado de un militar que es el concepto de la “antigüedad”
Pues bien, como hijo de militar puedo dar fe de que sí es muy importante, aunque no definitiva, esta condición para el nuevo ministro, el cual es muy probable que de niño haya usado un traje de militar con el respectivo grado de su padre para asistir a las ceremonias castrenses, empacar y desempacar su equipaje durante los continuos traslados, sentir la perdida de sus amigos y de sus juguetes, encontrar nuevos amigos y despedirse de ellos de la misma manera; lo que con seguridad los hizo más fuerte, estudiar en diferentes escuelas, puso a prueba su capacidad de adaptación, lo hizo conocer diferentes lugares, costumbres, acentos, gastronomía y tradiciones (muchas de ellas adoptadas como propias), y enriqueció sin duda su cultura.
Muchas cosas se debieron hacer sin la presencia de su padre, lo que implica mucho ingenio y el desarrollo de iniciativas. Además, otras vivencias como los cumpleaños en el club de oficiales, la vida en los barrios de casas fiscales, ser más conocido por el apellido que por el nombre, los escudos placas y medallas que adornan la sala de la casa, el corte al estilo Schuller que nunca falta, el respeto por los símbolos patrios y la izada de la bandera con seguridad forman al hijo de un militar de una manera muy particular.
El hecho de que su padre (como militar) se haya perdido muchos momentos especiales de su vida (como cumpleaños, comuniones, confirmaciones, fiestas, graduaciones, navidades, años nuevos, entre otros) hacen que disfrute cada momento con él como si fuera el último: sacarle jugo a cada segundo que se comparte, escuchar sus historias, ser parte de sus logros y de sus éxitos.
Los colombianos esperamos que este conocimiento del ambiente militar le ahorre al ministro y al país todo el proceso de aprendizaje que implica ingresar a esta verdadera cofradía.