Seguramente has oído hablar de la Economía Circular, un modelo que se ha venido imponiendo cada vez con más fuerza en el mundo, pues aporta, beneficios claros no sólo para el medio ambiente, sino para la calidad de vida de la humanidad. Según la Fundación Ellen MacArthur, la Economía Circular es “… una nueva forma de diseñar, hacer y usar cosas dentro de los límites del planeta”, lo que significa que por primera vez un modelo económico se fundamenta en el principio de que los recursos del planeta son finitos, por tanto, se deben diseñar bienes que sean restaurativos y re generativos, cuidando las capacidades del planeta y sus tiempos de recuperación.
Con una Economía Circular eficientemente lograda, se generan nuevos modelos de negocio y por tanto nuevas fuentes de empleo, los vertederos de basura se vuelven obsoletos, se disminuyen al mínimo los desperdicios de alimentos, de recursos hídricos y de energía, se optimizan las materias primas, se reducen las emisiones de gases a la atmósfera y 12 de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Organización para las Naciones Unidas (ONU) se ven alcanzados.
En este camino de transición de una Economía Lineal, basada en el usar y desechar, hacia una Economía Circular, donde se busca la vida cíclica de los bienes, se ha requerido del esfuerzo y compromiso de todos los actores de la sociedad, así como de la participación de la ciencia, la tecnología y la innovación para repensar y rediseñar los bienes de consumo con materias primas alternativas, logísticas de distribución más eficientes, entre otros muchos factores a evaluar. Este modelo, busca entonces, en esencia, asemejarse lo más posible a las dinámicas de la naturaleza donde los procesos son eternamente cíclicos y de beneficio para el siguiente en la cadena, nada se desperdicia y todo vuelve a su origen de alguna manera.
En Colombia y en el mundo empresas e industrias han reestructurado tanto sus procesos, como sus productos, incorporando factores como el ecodiseño, el etiquetado ambiental, la fabricación de productos elaborados con altos porcentajes de materia prima reciclada, la disminución en sus emisiones, la reutilización de recursos, entre otros. Por su parte, los gobiernos han emitido leyes y resoluciones que ayudan a fortalecer los compromisos de todos los sectores, por ejemplo en el caso nacional, la resolución 1407 de 2018 que reglamenta la gestión de residuos de envases y empaques y extiende responsabilidades también a los productores de bienes de consumo.
Las acciones por tomar van desde cambios muy grandes efectuados en las esferas más altas, hasta los pequeños actos de cada ciudadano. La reutilización, el consumo responsable, el reciclaje y el reaprovechamiento son algunas de las herramientas de las que se vale la Economía circular para cumplir su meta. Por ejemplo, si un electrodoméstico se daña es posible repararlo o reutilizar sus partes aún útiles, en vez de desecharlo de inmediato y producir un impacto ambiental considerable. Cuando se reemplaza un artículo viejo por uno nuevo, por ejemplo, bicicletas, ropa, juguetes, etc, lo mejor es asegurarse de entregarlo a quien pueda darle un nuevo uso, lo que algunos consideran basura, es un tesoro para otros. Separar los residuos correctamente permite que envases y empaques de plástico, vidrio, metal o cartón sean reciclados y tengan una nueva vida, sin mencionar que también impulsa modelos de negocio relacionados con el aprovechamiento de residuos y dignifica la labor de los recicladores de oficio.
Hoy en día se han desarrollado múltiples procesos innovadores que permiten que cada vez más insumos sean aprovechados en su máximo potencial y además puedan reingresar al ciclo productivo de la manera más eficiente. Por ejemplo, antes de estos esfuerzos, el aceite de cocina o de vehículos era vertido en fuentes hídricas, haciendo mella en los océanos y por tanto en su fauna y flora, ahora estos son reutilizados en la industria de cementos o en la generación de energía; la industria plástica también se ha reinventado, actualmente los residuos plásticos como los empaques de snacks, son transformados en madera plástica para construir casas, escuelas, puentes, bibliotecas, muelles e incluso pueden convertirse también en combustible, otros son incorporados mediante el reciclaje a nuevos productos o a otros envases y empaques. La industria textil también ha introducido a sus procesos prácticas sostenibles enfocadas en el ahorro de agua y en la reutilización de ropa usada para su reingreso a la cadena productiva.
Como estos, muchos son los ejemplos de los esfuerzos universales para lograr los ambiciosos objetivos de la Economía Circular, sin embargo, queda claro que aún hay mucho por lograr y que la consecución de esos objetivos requieren de la convicción y el compromiso articulado de Gobiernos, industrias, empresas, sector académico, consumidores y transformadores. Crear nuevas oportunidades para impulsar el crecimiento económico y la competitividad, garantizar la seguridad de suministro de recursos esenciales, luchar contra el cambio climático y disminuir el impacto ambiental constituyen tareas generalizadas de la humanidad. Con el esfuerzo mancomunado, será posible construir un mundo mejor para las generaciones futuras.
