Se avecinan las elecciones del 27 de mayo para la presidencia, en su primera vuelta, y en esta época el ciudadano adquiere una invaluable importancia. Hay algunos que no se escapan de las malsanas costumbres políticas, ya que somos víctimas del manoseo y manipulación de las diferentes campañas, con expresiones de afecto y reconocimiento de todo tipo, de promesas que van desde rebajar los impuestos hasta garantizar empleos, vivienda, educación y salud gratuita. Sin embargo, una vez alcanzado el objetivo, todas esas locuciones manifestadas en la campaña no pasan de ser una estrategia más para lograr el apoyo ciudadano y quedan lejos de ser cumplidas, generando una nueva crisis de credibilidad en las instituciones democráticas y en la clase política, desatando el desinterés en los asuntos públicos y fomentando en alto grado el abstencionismo.
Esos comportamientos de la clase política actual se convierten en una burla, no solo con la población, sino con los procesos democráticos que buscan garantizar elecciones transparentes en el país. Además, se constituyen en un instrumento que alimenta el fraude y la corrupción en los procesos electorales en una sociedad carente de cultura política en la que el sufragio es depositado basado en las campañas de desinformación, donde nos vendan los ojos y le dan credibilidad a las falsas encuestas, a las mentiras, a la corrupción con la compra de votos, que son métodos con los que se adueñan y coartan la libre expresión de la opinión pública.
Un sistema electoral que garantice transparencia, equidad e igualdad de condiciones a las diferentes colectividades y fuerzas políticas es una necesidad urgente, por eso es importante limitar la injerencia y financiación del sector privado, con claros intereses económicos, en las campañas electorales; implementando la modernización y tecnificación del sistema electoral, que lo blinde contra cualquier tipo de fraude y lo haga más transparente entregando resultados reales; fortaleciendo los mecanismos de participación e información a la ciudadanía para romper con la desinformación, las falsas noticias y calumnias que buscan confundir al elector al momento de depositar su voto.
En esta coyuntura histórica, con una sociedad polarizada en lo que nos han querido vender como opciones para votar entre la izquierda o la derecha, el papel del ciudadano es trascendental como motor del cambio, promoviendo que este debate electoral sea democrático basado en argumentos y propuestas de gobierno, sin trampas, ambigüedades, exageraciones o verdades a medias; para que la decisión que finalmente se tome sea el resultado de una información transparente que permita al elector construir los elementos para tomar la mejor decisión al momento de sufragar, pensando más en el interés y beneficio del conjunto de la población de tener una sociedad más justas y equitativa; sin colocar en riesgo la legitimidad del proceso electoral y la elección del próximo presidente para el periodo 2018 – 2022.
