Terminada la presentación de María Camila Osorio en Europa, ya asoma la gira en Norte América. Nueva pista, nuevos propósitos, y nuevas metas con la intención puesta en preparar el gran slam de los Estados Unidos, el US Open. Sería interesante saber cuáles son los nuevos desafíos para medir el rendimiento de María Camila en los nuevos torneos que se aproximan. ¿Estar entre las mejores 50 tenistas del mundo? ¿No salir del top 100 del mundo? ¿Llegar a una nueva semifinal o final de algún torneo para verificar y confirmar el nivel?
Si un deporte como el tenis tiene una particularidad, esta radica en el escalafón semanal que se lleva a cabo dentro del circuito. Cada semana es un nuevo desafío, para confirmar o para mejorar el nivel de la semana anterior. Cada semana se mide el rendimiento de todas las tenistas del mundo, algunas suben y bajan en el escalafón mundial; entre más abajo se encuentre dentro del escalafón mundial más fluctuación en las posiciones.
María Camila nos ha dejado algunos comentarios destacables en varios medios de comunicación que muestran una madurez interesante, más allá del papanatismo nacional. Ella sabe que no ha ganado absolutamente nada a nivel profesional. Quizás los comentarios posteriores a su eliminación contra la bielorrusa Aryna Sabalenka sirvan de argumento para la anterior frase de este escrito. Que María Camila diga que solamente le faltó “creérsela” para ganarle a Aryna Sabalenka en una tercera ronda de Wimbledon me dice que esta tenista tiene cosas grandes por demostrar en el corto y mediano plazo.
Con sorpresa miré las estadísticas de María Camila Osorio y la bielorrusa Aryna Sabalenka. Que María Camila hubiera tenido más puntos de quiebre nos muestra claramente que fue un partido muy parejo, aunque parezca una contradicción, y que la colombiana solamente falló en los puntos claves y no aprovechó los puntos de quiebre. Esto nos llena de muchas expectativas. No quiero escribir ilusión, para no abandonar la realidad. Pero ese partido nos muestra una referencia, una experiencia: ella está ahí, en el nivel. Ricardo Sánchez insiste que Camila ahora está en la Champions League del tenis mundial, compitiendo con las mejores tenistas del mundo. Ya probó la muñeca de Bianca Andreescu, años atrás; y ahora el pulso de Aryna Sabalenka. Dos de las tenistas con más futuro del circuito. Y María Camila está ahí.
Yo solamente tengo alguna en cuanto a los amigos del triunfo y su endogamia, en el medio ambiente que la va a rodear –porque esta tenista va a ganar mucho dinero y se volverá millonaria, y será reconocida dentro del circuito del tenis dentro unos pocos años o quizás dentro de muy pocos meses–, porque cuando se gana algo, todos son amigos y las felicitaciones llegan desde los rincones más insospechados sin saber cuáles sean sus verdaderas intenciones (que no se me interprete mal), pero allí debe entrar la vieja y probada sabiduría del entrenador español Ricardo Sánchez. Ese señor que sospechosamente se enamoró de Colombia.
Que María Camila diga que hará lo humanamente posible para ser la mejor del mundo, parece la frase de una niña que dentro de dos semanas irá de gala a su fiesta de 15 años para ser la mujer más bella. Pero que Ricardo Sánchez diga que María Camila puede estar dentro del top 10 del mundo del tenis femenino es para tomarlo como una posible realidad, más allá de vivir en medio de las ilusiones. A todos mis allegados les insisto que el nivel del tenis femenino en la era pos Serena Williams subirá de nivel, esto es, en los próximos 5 años habrá en el top 20 un racimo de tenistas de todos los continentes de unas cualidades técnicas realmente extraordinarias para jugar este deporte tan particular. Ricardo Sánchez tiene el deber de llevar las ilusiones de María Camila a una escala de realidad, verificando en cada semana, en cada entrenamiento, y en cada partido el largo camino que le espera. En el tenis no existen atajos, y es mejor así. Y todavía recuerdo una tenista rusa que fue top 10 del mundo en el 2018, y que luego un año después, en el 2019, entró en depresión, y pensó abandonar el tenis, cuando todos le pedían ser la número 1—me incluyo—, y resultó que salió del top 50 o 60 del mundo.
Que María Camila no le pase lo de Faustino Asprilla, que alguna vez le escuché que le había faltado reconocimiento para ser el mejor futbolista o para ser el mejor. Y algún periodista argentino también dijo alguna vez que, si Asprilla hubiera nacido en Brasil hubiera sido el mejor del mundo. Pues si María Camila hubiera nacido en República Checa o en Francia, sí tendría más prensa como tenista, pero yo creo que tendría menos mérito. Solo queda trabajar en silencio y con tranquilidad, con los objetivos claros, ya con el trabajo vendrán los resultados, y con los resultados el resto llegará por añadidura.